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CAÍN BENNET
En cuanto salí del lugar de boxeo, intente buscar a Cailín. Ni siquiera encontré a Ian con los demás para ver si estaba con ellos, así que lo llame desde el teléfono de Tyler, pero lo único que me dijo fue que no estaba junto a ella. Después de insultarlo unos minutos colgué el teléfono. La policía jamás llegó, todo era un plan y enseguida pude darme cuenta de quienes eran los que habían creado todo este espectáculo. Llamé en segundos a Mark preguntándole en donde se reunían Bruce, Josh y los demás, no se demoró en darme la dirección y tal cual iba me dirigí al lugar en mi auto. Iba a matarlos cueste lo que cueste.
Escuché los gritos de Cailín desde el garaje y mi piel se erizó, mi cuerpo se tensó por completo y me importó una mierda que fueran más de tres. Si moría dentro sacando a Cailín de ahí, estaba bien. La puerta estaba cerrada, con un alambre podía abrir de todo, así que esa fue mi primera opción antes de botarla. Todas las miradas se fueron a mí, no me interesó. Cailín rápidamente se puso de pie tomando su ropa asustada, como si en realidad sólo estuviera esperándome a mí para escapar. Un tipo comenzó a pelear conmigo, lo golpeé con un fierro hasta que ya no peleó más. Le grité a Cailín que corriera, que se fuera y me obedeció. Ahí estaba yo, peleando con cuatro tipos a la vez. Tenía tanto odio dentro de mí que sus golpes no me dolían. Yo sólo los golpeaba uno a uno con lo que estuviera a mi alcance. El ambiente se calmó. Mi rostro estaba ensangrentado y mis nudillos casi sin piel. Me negué a mirarlos una vez más, jamás pensé en matar a alguien a golpes luego de lo que pasó con Ellie.
Se sintió amargo, como si me hubiesen lanzado un balde con agua fría en la espalda. Nada podía ser peor que eso. Golpeé las murallas un par de veces sacando lo que sentía, mis ojos iban a estallar, pero me contuve. Estoy enamorado de Cailín y luego de esto jamás será igual. Sentía como si todo mi alrededor se destruyera, como si me hubiesen quitado lo que más amo en la vida, tenía la cruda sensación de que ya no podría mirar a Cailín con los mismos ojos. Estaba perdido. No puedo permanecer cerca de una persona sin que salga perjudicada, creo que es la ley de mi vida.
Salí del lugar enojado, queriendo seguir golpeando a todo el mundo. Me subí al auto y no supe en qué dirección dirigirme, podía escuchar a Ian diciéndome "Te conozco, sé que al primer problema saldrás corriendo" Esto superaba los problemas, era una catástrofe. Pensé que podía lidiar con esos tipos, pero jamás pensé que llegarían tan lejos.
Sin pensarlo más, me fui a su departamento. Golpeé unos minutos, toque el timbre, hasta que la puerta se abrió. Sus ojos se quedaron en los míos, parecía como si hubiese estado llorando por horas. Ni siquiera me fije en mi aspecto, sólo necesitaba verla.
– Cailín –Bajé la voz y enseguida sus ojos se rebalsaron en lágrimas. Entré a su departamento sin esperar que ella me lo dijera, cerré a mi espalda y lo único que pude hacer fue abrazarla. Su rostro se hundió en mi hombro y sus dedos se clavaron en mi espalda. Me rompió el corazón escucharla llorar. Me contuve en silencio mientras la abrazaba con fuerza. –Lo siento –Susurré.
Ella se separó de mí y secó su rostro.
– Pensé que jamás llegarías –Sus ojos café se quedaron en los míos haciéndome trizas.
– Debí haberte encontrado antes –Comenté con culpa.
– No te culpes por esto Caín.
– Es mi culpa –La miré sincero. –No sabes cómo diablos me siento justo ahora.
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CAÍN © #1 EN LIBRERÍAS
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