Esta historia está publicada en papel por el equipo Penguin Random House grupo editorial. Puedes encontrarlo en diferentes países (explicados en un capítulo especial) y también vía Amazon.
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Era un beso triste, como si jamás fuese a besar sus labios nuevamente. Las lágrimas se mantenían en mis ojos cerrados, mi garganta estaba apretada y lo único que pedía es que ese momento no acabara pronto.
CAÍN.
No me detuve y ella tampoco me detuvo. Podía sentir sus ganas de mandar todo a la mierda, pero luego ahí estaba rendida conmigo... Besándome sin pedir nada a cambio y nada me hacía sentir peor que eso. Ambos estábamos dañados, compartiendo dolor y más estupidez que alegría. Mi garganta estaba apretada y controlando mis ganas de mandar todo la mierda como ella quería, la atraje más a mí apretando mis dedos en su piel.
Se separó de mí en un segundo. Sus ojos café se quedaron fijos en los míos, hinchados y cristalinos.
- Caín -Su voz se quebró.
- Te necesito -Bajé la voz mirándola.
Ésta vez fue ella quien se acercó a besarme con desesperación. Se notaba a kilómetros lo mucho que nos necesitábamos el uno al otro. Ninguna persona a nuestro alrededor tenía el poder que tenía ella sobre mí ni yo sobre ella. Cuando estábamos los dos, solos, mirándonos fijamente todo desaparecía y ya ningún sentimiento ajeno importaba. Nos volvíamos totalmente egoístas juntos, pasábamos a llevar a quien se nos diera la puta gana para ser tan sólo una tarde felices y quedar satisfechos.
La atraje hacia mí subiéndola a mis caderas, entré al departamento y me dirigí con ella en mis brazos a su habitación. No había palabras entre nosotros, no había culpa, no había nada más que un "Te extraño" oculto tras miles de egoísmos.
Me posicione encima de ella besando cada centímetro de piel descubierta. Nuestra ropa se volvió un estorbo. Nadie era más mía que ella, ni nadie más suyo que yo. Cuando sus labios hacían contacto con mi piel me sentía en el cielo y cuando sus dedos se enterraban en mis tatuajes no podía existir un dolor más satisfactorio. Éramos nuestros y nada se interponía. El orgullo y dignidad de ambos se iban a la mierda cuando se trataba de ambos. Podríamos habernos llenado de palabras queriendo superarnos, pero cuando nos teníamos frente a frente... El viento y tensión entre nosotros mandaba a la mierda esas palabras crudas y sin sentido.
Bloqueé todos sus movimientos adentrándome en ella con delicadeza, al principio siempre parecía ser amor, pero al final simplemente era sexo desenfrenado y satisfactorio para ambos. Ella me miraba a los ojos, yo sólo quería cerrarlos. Oía sus gemidos con satisfacción y sus uñas en mi espalda me hacían ser aún más agresivo.
Todo siempre termina bien... En este tipo de situaciones.
Mi cuerpo cayó encima de ella. Su corazón y el mío al mismo ritmo, pero nuestros pensamientos en diferentes sintonías.
Me acosté a su lado mirando el techo, ella se quedó mirando mi perfil.
- No sé hasta qué punto podemos llegar -Escuché su voz a mi lado.
- Yo tampoco lo sé -Mi mirada siguió en el techo.
Se puso de pie completamente desnuda. Su cabello negro llegaba hasta su cintura, volteó y caminó hasta el baño. Tan hermosamente irreal.
Desperté de mis pensamientos cuando escuché el agua de la ducha. Ninguna sonrisa se paseaba por mi rostro y al parecer tampoco por el de ella. Tomé mi ropa y caminé hasta el baño de Dante, me di una ducha rápida, incluso salí antes que ella y me vestí. Me senté en un banco del balcón y encendí un cigarrillo, no fumaba hace tanto tiempo que hasta me daban ganas de toser.
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CAÍN © #1 EN LIBRERÍAS
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