21: La chica dorada, renacida.

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28 de marzo;

Despertar de The Demon Hex se sintió diferente la segunda vez.

Hermione no podía recordar mucho sobre su primera experiencia con la maldición. Todo era demasiado nuevo, demasiado repentino. Había estado demasiado asustada, demasiado absorta en su pánico para darse cuenta de lo que estaba pasando a su alrededor. Se había sentido casi arrastrada por ella, como si la arrastrara una ola fuerte, retorciéndose y dando vueltas bajo la corriente sin salida, sin un sentido real de qué camino era hacia arriba o hacia abajo.

La segunda vez que estuvo bajo el maleficio, fue más fácil y mil veces peor. Descubrió que esta vez tenía más conciencia de sí misma. Podía sentir la maldición, sentir las cuerdas de marionetas en sus brazos tirando y empujando sus movimientos.

Malfoy tenía razón, la sensación de claridad que proporcionaba el maleficio no se parecía a nada que hubiera experimentado antes. Había estado demasiado distraída con la niebla la última vez, demasiado aterrorizada por la entidad extraña que se filtraba en su sangre como para prestar atención a la forma en que la maldición afectaba su cuerpo.

Esta vez, ella era consciente del maleficio. Consciente de la forma en que comenzaba en la base de su cráneo, hormigueando mientras se extendía por su cerebro. Era consciente de que se extendía por su columna y sus brazos, como la caricia de las yemas de los dedos. Incluso sintió que se enroscaba en sus palmas, sintió que se entrelazaba entre sus dedos para poder controlar cada centímetro de ella.

Esta vez estaba preparada para el maleficio. Esta vez, ella lo estudió. Estudió la forma en que agudizaba sus instintos. La forma en que agudizó sus sentidos. Escuchó cada susurro de los árboles sobre su cabeza, escuchó cada crujido de las hojas caídas en el suelo del bosque y cada canto de los pájaros. Estudió la forma en que la sangre zumbaba en sus venas, la forma en que se le aceleraba el pulso. Sintió que todo su cuerpo vibraba. Estaba alerta, lista para cualquier cosa.

Y vio todo, no se le escapó ningún detalle. El maleficio trajo consigo una cegadora sensación de claridad. Prácticamente podía oír las manos en los huesos de Malfoy crujiendo mientras apretaba el puño a su lado, juró que podía sentir el latido acelerado de su pulso a través de la palma de su mano en su muñeca. Todos los instintos de los cazadores, todos traídos a la superficie con dos simples palabras en latín.

Lo que no esperaba, sin embargo, fue la forma en que arrastró sus emociones a la superficie. Ni felicidad, ni alegría, ni siquiera asombro. No, no, esas emociones no servirían para el propósito del maleficio. La maldición misma se alimentaba de magia oscura, se atiborraba de brutalidad y dolor. El maleficio quería que ella matara, destruyera, el tipo de cosas que solo la más oscura de las maldiciones podría lograr.

Y lo que pasa con la magia oscura es que está alimentada por emociones; dolor, rabia. Cuanto más angustia, mejor. Cuanta más angustia, más fuerte la maldición.

Así que el maleficio lo arrastró todo a la superficie, brilló cada recuerdo doloroso detrás de sus ojos. Cada vida que se había perdido por su culpa. Cada misión que había fallado porque había sido demasiado lenta o había dado un paso en falso. Cada vez que había sostenido a alguien en sus brazos mientras se estaba muriendo. El maleficio los destelló a todos como un cruel Rolodex de dolor y horror, llenándola de ira.

Había muchas cosas que el maleficio le hacía a su cuerpo de las que no se dio cuenta la última vez, pero lo más importante, lo que la avergonzaba, era la forma en que la hacía sentir letal. Poderosa. Como si pudiera hacer cualquier cosa, derribar cualquier edificio con el movimiento de su varita, acabar con cualquier ejército y hacer que los reyes cayeran de rodillas frente a ella.

Secrets and Masks - dramione *TRADUCCIÓN*✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora