19: Dr. Jekyll. Sr. Hyde.

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10 de marzo;

Hermione había leído hace mucho tiempo, años y años, en otra vida, que el cuerpo a menudo hace cosas extrañas e inexplicables cuando una persona entra en estado de shock.

El shock fue probablemente la razón por la que realmente no podía oír nada de lo que pasaba a su alrededor. Sabía que alguien estaba hablando, sabía que eran voces, pero estaban distorsionadas, algo amortiguadas. Como si estuviera sumergida bajo el agua, escuchando a escondidas una conversación que se desarrollaba sobre la superficie. El shock fue probablemente la razón por la que se sintió ingrávida, como si estuviera flotando, sola, en paz.

Sí, el shock ciertamente hacía cosas interesantes en el cuerpo, pero lo que le hacia a la mente era aún más sorprendente. Recordó haber leído que cuando una persona es testigo de algo tan horrible, tan aterrador que el cerebro no puede comprenderlo físicamente, la mente se separa. Más o menos, se apaga. Comienza a divagar sobre tonterías y cosas que realmente no importan, que son triviales, sin sentido, en comparación con el horror que acaban de presenciar. La mente comienza a parlotear, distrayendo a la persona del miedo paralizante que paraliza su camino a través de sus venas, y le da tiempo al cuerpo para trabajar por sí mismo en un estado más tranquilo. Se distrae con cosas triviales, como el color del cielo, mientras su corazón en pánico se ralentiza de nuevo a un latido más normal y saludable.

Y la conmoción fue la razón por la cual, mientras Hermione miraba el montón de sangre, carne y huesos rotos que solía ser Seamus Finnigan, su amigo, el primer pensamiento que le vino a la cabeza fue; '¿Tengo suficiente champú para lavar los intestinos de Finnigan de mi cabello?'

Acababa de matar, no, había ejecutado a uno de sus amigos más antiguos. Lo cortó a sangre fría, y lo primero que se le pasó por la cabeza fue el champú.

¿Champú? ¡¿CHAMPÚ?! Maldito infierno, ¿en serio?

Aunque probablemente no tenía suficiente. Probablemente tendría que pedirle a Malfoy...

¡No! No, ella no le pediría nada a Malfoy. Astoria le encontraría otra botella. Traería cestas y cestas llenas de los productos más caros si tan solo se lo pidiera. Probablemente se ofrecería a lavar la sangre del cabello de Hermione ella misma, la dulce niña.

Pasó un minuto. Y luego otro. Cada tictac del reloj arrastró algo más de vuelta al foco.

¿Estaba... estaba alguien gritando?

Sí... sonaba así. era una chica. Una mujer. Y sonaba terriblemente molesta.

También sonaba familiar, pero Hermione no podía ubicar dónde había escuchado ese grito antes.

Había manos frías en su rostro y pulgares acariciando cada mejilla.

Los ojos gris azulados la miraban fijamente.

"Lo siento", susurraba un hombre en voz baja, frenético, con la voz temblorosa. "Lo siento mucho."

¿Lo siento? ¿Por qué debería arrepentirse? Él no había matado a Seamus, lo había hecho Hermione.

No había masacrado a su amigo, a aquel que solía robar libros en bibliotecas destruidas y llevarlos a las bases de la Orden, solo porque pensó que le podrían gustar a Hermione.

No había asesinado a uno de sus amigos más antiguos, alguien que la había dejado emborrachada con el whisky irlandés más amargo y potente cuando había pasado por una ruptura, pero ella lo había hecho.

El hombre estaba cerca de ella, muy cerca. Podía sentir su frente fría presionando contra la de ella, podía sentir su aliento en su rostro.

"Lo siento tanto". Sus dedos comenzaron a temblar mientras la sostenía. "No tuve elección. Tuve que hacerlo. Tenías que hacerlo".

Secrets and Masks - dramione *TRADUCCIÓN*✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora