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Sangre

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Sangre. Sangre. Sangre.

Un puto charco de sangre de Claire. Mis manos cubiertas de la sangre de Claire. Había visto muchísima sangre, había matado, me habían herido, había quitado balas.

El mundo se volvió borroso a mi alrededor, mis sentidos se entumecieron y la realidad se desvaneció en una niebla confusa. Mis manos temblorosas se aferraban a la tela rasgada de mi camisa mientras observaba impotente a los policías que me rodeaban. No podía creer lo que estaba sucediendo, mi mente luchaba por comprender la situación mientras la imagen de Claire, pálida y herida, se reproducía una y otra vez en mi cabeza.

El sonido de las voces de los agentes resonaba en mis oídos, pero sus palabras se desvanecían en un zumbido distante. Sentía el frío de las esposas apretándose alrededor de mis muñecas, pero mi atención seguía anclada en el terror que me dominaba, el temor de que Claire estuviera sufriendo mientras yo estaba aquí, incapaz de protegerla.

–¿Qué hiciste, chico? No te hagas el inocente. Tenemos pruebas suficientes para encerrarte.

**

–Hola, pequeño.

–Hola.

–Tu mami fue a ver ese accidente, escuche que te gustan las guitarras.

–Y las batedias.

–Oh, las baterías también ven aquí campeón. –Dio un salto y tomo la mano del hombre alto. En un par de segundos ya estaba en la parte trasera de un auto.

–¿Adónde vamos?.

–Iremos a ver una batería para tu mama, quizás una guitarra.

–Está bien, pero ¿Mamá no viene con nosotros?.

–No, ella no puede venir ahora por que fue ayudar a esos señores, pero no te preocupes amigo, ella nos va a estar esperando luego.

–Está bien.

**

Vi cómo los paramédicos la examinaban rápidamente, conectándola a máquinas y administrándole medicamentos. Cada movimiento era como un rayo de esperanza en medio de la oscuridad.

–¡Necesitamos una línea IV! –Exclamaba uno de los paramédicos mientras conectaban a Claire a los equipos de monitoreo.

–Deben cuidar de ella, necesita ver a un doctor, tuvo un par de fracturas hace un par de semanas.

Vi cómo los paramédicos la examinaban rápidamente, conectándola a máquinas y administrándole medicamentos.

–¿Cómo está su frecuencia cardíaca? –preguntaba uno de los paramédicos, mientras revisaba los monitores.

–Es irregular, pero estable. ¡Vamos a mantenerla así hasta llegar al hospital! —respondió otro paramédico, ajustando los medicamentos.

–¿Eres Jesse Bieber?. –Escuche a un policía y otro me empujo contra una pared.

Jesse [+18] | JUSTIN BIEBERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora