Justin, 8 años. Vancouver, Canadá.
El sonido de la llave girando en la cerradura arrancó mis ojos de la pantalla de la televisión. Me puse de pie con un soplo de curiosidad, viendo cómo Bob entraba por la puerta principal, seguido de cerca por un niño pequeño de rizos oscuros y ojos cristalinos.
–¡Suéltame! ¡Suéltame!. –No dejaba de llorar, gritar y sacudirse en sus brazos. –¡Noooo! ¡Suéltame!.
–¿Qué es eso?.
–¿Qué es esto?. –Bob lo dejo caer al suelo. –Es tu nuevo hermano. –Fruncí el ceño. –Encárgate de él. –Salió de la casa y cerró la puerta. Me acerqué al niño y me senté frente a él.
Mi corazón se apretó ante la tristeza del niño. Sabía exactamente que Bob lo había traído aquí por la fuerza. Decidí en ese momento que haría todo lo posible para protegerlo y hacerlo sentir seguro.
–Hola amigo. –Sonreí. –Me llamo Justin, ¿Cómo te llamas?
–¡No!. –Dio una patada a mis piernas. –Quiero a mi mamá.
–Hey, ¿quieres ver algo en la televisión?. –Pregunté, buscando algo que pudiera distraerlo. –Podemos encontrar algo que te guste.
Asintió tímidamente, sus ojos aún húmedos de lágrimas. Juntos encontramos un programa de dibujos animados que parecía capturar su atención, al menos por un momento. Pero las lágrimas seguían al acecho, listas para volver en cualquier momento.
–¿Tienes hambre?. –El niño me miró con curiosidad, sus lágrimas comenzando a disminuir lentamente. –Te preparare un sándwich.
–¿Cómo te llamas?.
–Christian.
–¿Christian? Es un nombre genial. –Sonreí. –¿Quieres ayudarme a preparar el sándwich?. –Asintió. –Está bien. –Camine hasta la cocina y el me siguió tímidamente. –¿Cuántos años tienes Christian?.
–Cuatro.
–Eres un niño grande. –Sonreí. –¿Sabías que cuando tenía cuatro años también me llevaron a otra casa?. –El negó. –Fue divertido, por que no tenia que ir a la escuela o hacer cosas aburridas.
–¿Puedes llevarme a ver a mi mamá luego del sándwich?.
–No lo sé, Christian. –Suspiré. –No creo que pueda hacerlo, es que no se conducir y no puedo salir de la casa solo.
–Ese hombre malo...¿Volverá a casa?.
–No, estarás a salvo aquí, esta es mi casa.
–¿Por qué tienes una casa?.
–Por que hice todo lo que me dijo Bob. –Sonreí. –Quizás cuando tu tengas ocho años Bob te compre una casa. –Lo mire. –¿Quieres una casa en unos años más?.
–No, quiero ir a la casa de mi mamá.
–No puedo llevarte a casa ahora. –Le entregué el sándwich. –Come o te vas a enfermar. –Comenzó a comer. –¿En dónde estabas cuando Bob te trajo aquí?.
–En la escuela.
–Sabes...Bob es mi papá. –Le serví un vaso de jugo. –Pero si te llevó de vuelta a casa se enfadará con los dos y no quiero que se enfade por que podría hacer cosas malas.
–¿Qué cosas?.
–Él me va a castigar. –Me senté junto a él. –También podría castigarte a ti y no quiero que haga eso contigo. –El negó. –Cuando lo veas, solo dile, papá.
–¿Por qué?.
–Le gusta que le digan papá. –Hice una mueca. –¿Qué te parece si guardamos un secreto?.
–¿Cuál?.
–Ambos vamos a fingir que Bob si es nuestro papá, él se lo va a creer, pero solo nosotros sabemos que estaremos mintiendo.
–Mentir es malo.
–Lo sé, pero es un secreto de hermano. –Me miro. –Nosotros ahora somos hermanos. –Sonreí. –¿Tenias hermanos en tu otra casa?. –El negó. –Entonces ahora tienes a tu primer hermano de verdad, ¿Sabes lo que hacen los hermanos?.
–No.
–Se protegen. –Él sonrió. –Te cuidare y no dejare que nadie te haga daño, es una promesa de hermano. –Levante mi dedo meñique. –¿Promesa?.
–Promesa.
Cuando llegó la noche, lo ayudé a cepillarse los dientes antes de acostarse. No podía dejar a Christian solo en su angustia, y tampoco tenía la capacidad de proporcionarle una cama separada.
Así que, con un suspiro resignado, me resigné a compartir la cama con él esa noche, tratando de encontrar la manera de hacerlo lo más cómodo posible para ambos.
Mientras nos acomodábamos en la cama, sentí la incomodidad palpable en el aire. Nos acurrucamos en lados opuestos de la cama, tratando de mantener la mayor distancia posible entre nosotros. Mis pensamientos se agolpaban en mi mente, preguntándome si estaba haciendo lo correcto, si Christian se sentía igual de incómodo que yo.
Pero a medida que pasaban los minutos, noté cómo su respiración se volvía más tranquila y regular. Sus pequeñas manos se aferraron a la mía en busca de consuelo, y su cuerpo se relajó lentamente contra el colchón.
Con un suspiro de alivio, cerré los ojos y me dejé llevar por el sueño, sabiendo que, aunque la noche sería larga y desafiante, estábamos juntos en esto. Sin embargo, mi sueño fue interrumpido abruptamente en medio de la madrugada por el sonido de un llanto ahogado. Encendí la luz y me encontré con Gabriel, temblando y empapado en lágrimas, mirándome con ojos llenos de miedo.
–¿Qué pasa Christian?.
El niño sollozó, incapaz de articular palabras mientras señalaba hacia abajo. Fue entonces cuando vi el charco en la cama.
–¿Te orinaste?. –Pregunté suavemente, sintiendo un apretón en mi pecho al ver su angustia. Christian asintió con la cabeza, sollozando aún más fuerte. –No te preocupes. –Le dije con voz tranquilizadora. –Está bien. Estoy aquí amigo.
Lo ayudé a limpiarse y a cambiar las sábanas mojadas, tratando de calmar sus sollozos con palabras de consuelo. Una vez que todo estuvo en orden nuevamente, lo recosté en la cama para que se volviera a dormir.
Prometí estar allí para él en cada momento de miedo o incertidumbre, y mientras cerraba los ojos, sentí un nuevo sentido de responsabilidad y amor por mi hermanastro, sabiendo que juntos podríamos superar cualquier obstáculo que la vida nos presentara.
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Jesse [+18] | JUSTIN BIEBER
FanfictionDespués de 22 años viviendo bajo una organización, Justin descubre su identidad. Jesse Bieber Su vida da un giro de 180° después de enamorarse por primera vez de Claire Miller. Honor y Lealtad las palabras que ha escuchado toda su vida, ahora esta d...