Alexitimia

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Punto de vista de Daniela

Alexitimia (s.): Dificultad para describir los sentimientos a otra persona.

—¡KAYLA! —Grité, arrojándome de nuevo sobre la puerta del dormitorio con todo mi peso, haciendo que golpeara muy fuerte y en consecuencia haciendo mucho ruido.

Kayla se asustó tanto que se dio la vuelta en la cama desesperada y terminó cayendo al suelo.

—SOY LESBIANA. —Di otro grito ahogado, sin importarme el hecho de que mi amiga estaba tirada en el suelo, mirándome como si yo fuera un espíritu maligno, dispuesto a poseer su cuerpo.

Mi respiración era pesada y sentía que mis rodillas se debilitaban cada vez más. Mi cabeza daba vueltas tanto como las cuchillas de una licuadora encendidas a plena potencia. No pude formar pensamientos coherentes. Todo pasaba por mi conciencia como un rayo y no podía entender ni un solo punto de lo que estaba pasando en mi cabeza. El único pensamiento que estaba claro era: "Soy lesbiana". La sensación que tuve fue que estaba vomitando ese pensamiento, como si estuviera pegado a mí y fuera tan grande que no podía dejar de soltarlo.

Mis piernas cedieron ante la debilidad emocional y la desesperación que emanaba por todo mi cuerpo y me deslicé por la puerta, golpeándome el trasero con fuerza en el suelo, tal era el tamaño del peso con el que dejé caer mi cuerpo.

Instintivamente, Kayla se levantó de un salto y corrió hacia mí casi sin levantarse del todo.

—¡OH, DIOS MIO, DANIELA! —Exclamó, arrodillándose en el suelo con tanta prisa y falta de cuidado con su propio cuerpo que el sonido de su rodilla golpeando el suelo fue un chasquido. —¡¿Qué sucedió?! —Me preguntó mi amiga, sujetándome la cara con ambas manos y obligándome a mirarla. —¡Pensé que te habías desmayado! ¡Dios mío! —Su tono mejoró cuando se dio cuenta de que tenía los ojos abiertos, pero aún había tanta preocupación en su voz que por un momento pude sentir algo más allá del congelamiento causado por el pánico: culpa por haber asustado tanto a mi amiga.

Pasó tan rápido como llegó. El pensamiento abrumador que se apoderó de cada molécula vino de nuevo, como un tsunami: destructivo, despiadado, enorme, consumidor.

—Soy lesbiana. —Mi voz salió temblorosa y baja. Mis dientes chocaban entre sí con cada intento fallido de hacer un sonido coherente.

Todo mi cuerpo estaba temblando. La fuente de los temblores no sabía si era mi corazón o mi estómago, pero en ese momento sospeché que los dos eran lo mismo. No dudaría de nada si se hubieran unido.

—¡Estás demasiado fría, Daniela! —Exclamó Kayla de nuevo, ignorando lo que había dicho, tocando mi mano y luego mi frente.

Su mirada estaba alarmada de preocupación y quería decirle que estaba bien, que no tenía que preocuparse, pero la verdad es que no estaba nada bien. Tuve un terremoto, sacudiendo todas mis estructuras, sucediendo dentro de mí en ese mismo momento.

—Mírame, Dani. —Habló Kayla en un tono más suave, sosteniendo mi rostro con ambas manos y así la miré. Estaba tratando de calmarse para calmarme, lo vi en sus ojos. —Necesitas respirar profundamente y calmarte. No sé qué te pasó, pero antes que nada, necesitas aliviar esta confusión dentro de ti. ¿Está bien? —Dijo mirándome profundamente a los ojos. Solo asentí con la cabeza. —Está bien, te traeré un vaso de agua y quiero que respires hondo mientras hago esto y trates de no pensar en lo que estás pensando ahora, sea lo que sea. —El pulgar de mi amiga se deslizó por mi mejilla. —¿Crees que puedes hacer eso? —Preguntó y yo asentí de nuevo. —Genial, muy bien. Ya vuelvo.

Y así, Kayla se levantó y caminó hacia la cocina tan rápido que apenas la vi dejarme. O era solo mi mente turbulenta la que no me permitía prestar una atención constante a las cosas.

finitus | caché.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora