Capítulo 1

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Katniss

Desolación, amargura.

Los juegos me consumieron completamente. Sobreviví, pero gracias a ello, ya no vivía.

Mi vida se transformó en una pesadilla, perdí cualquier clase de valor hacia mí misma y me encerré en mi propio dolor. La Katniss Everdeen que todos conocían (o querían conocer) desapareció cuando sonó el primer cañón.

No tenía salida, me sentía perdida, me odiaba y lo único que quería hacer era acabar conmigo misma para poder descansar al fin.

Pero un día, esa salida que tanto necesitaba llegó sin avisar. Llegó en forma de chico; rubio como el sol, con ojos azules como el mar, fuerte y tierno.

Él había estado desde el principio, pero yo me había tardado un tiempo en aceptarlo.

Peeta me salvó en el momento en que acepté que lo amaba de verdad.

Tiene en mí el efecto que tiene una píldora sobre el dolor. Sus besos llegaron justo cuando mis labios se secaron y sus caricias lograron que volviera a sentirme yo misma. Su compañía me curó y su amor me devolvió la vida.

Ahora yo cazo y el trabaja en la panadería con sus padres. Nos vemos casi todos los días y pasamos casi todas las noches juntos, él a veces en mi casa, yo a veces en la suya.

Por fin volví a ser yo. Podría llegar a decir que incluso soy un poco mejor a lo que solía ser, y con él a mi lado sé que no dejaré de serlo nuevamente.

Juntos nos sentimos vivos y nos ayudamos a olvidar, a perdonar y a apreciar la vida nuevamente.



Hoy es día de entrevistas. Me levanté más temprano que siempre para tener un poco de tiempo a solas en el bosque. Me encuentro descansando un poco, he capturado dos presas y tengo varias hierbas, lo cuál considero como un botín suficiente para regresar a casa.

Sostengo firmemente un termo con agua caliente, mis manos están tan heladas que si una manada de perros salvajes apareciera en éste momento, no tendría oportunidad de subirme a ningún árbol.

Escucho un sonido proveniente de mi punto ciego, al instante me doy la vuelta y en el acto cargo una flecha a mi arco.

- Soy yo, soy yo.

Suspiro y descargo el arco - Gale -

- Hola, Catnip.

Él sonríe, trae en sus manos un pavo que creo acaba de cazar.

- Lo encontré por allá - añade señalando un lugar un poco más allá de los árboles al darse cuenta de que me he quedado intrigada mirando su presa - hay muchos más, se pasaron enfrente de mí sin siquiera notarme.

- Pues vamos, no me vendría nada mal una presa más.

Cargo una flecha de nuevo y nos disponemos a acercarnos a los pavos, que caminan tranquilos sin aun notar nuestra presencia. Una vez cerca, nos escondemos tras una roca lo suficientemente grande para cubrirnos y cuando me siento confiada, pongo en la mira al más cercano y me dispongo a disparar.

Pero al hacerlo, veo que lo que he matado no es exactamente un pavo.

He matado a Marvel, justo como lo hice en el momento en que Rue murió.

La imagen causa una cadena de emociones y síntomas en mí. En un segundo estoy de pie, con ambas manos en el pecho pues se me dificulta respirar; mis ojos se abren y todo mi cuerpo comienza a temblar.

Estoy alucinando.

He estado tratando de lidiar con el estrés post traumático, el cual me causa episodios como éste inconvenientemente seguido. Las pesadillas y alucinaciones a diario perturban la paz que he logrado conseguir.

Me tomo la cabeza y aprieto los párpados tratando de evadir la visión.

Gale llega a mí un segundo después. Es la primera vez que ve uno de mis episodios, por lo que no sabe exactamente qué hacer. Decide tomar mi termo y ofrecerme un poco de agua, la cuál bebo.

- ¿Estás bien? - Pregunta. Puedo notar la preocupación en su voz.

Asiento.

- ¿Es uno de los episodios de los que me hablaste?

Asiento de nuevo.

- ¿Qué puedo hacer para ayudar?

No es la mejor pregunta que puede hacerme en éste instante, pero aprecio el esfuerzo - Distráeme.

- ¿A qué hora empieza la gira? - pregunta tratando de ayudar.

- En la tarde, después de la entrevista en casa - Aún me tomo la cabeza.

- ¿Adónde irán primero? ¿Qué distrito?

- 11 - Doy un suspiro y dejo de tomarme la cabeza, sintiéndome mejor.

- ¿Mejor? - pregunta Gale.

Asiento.

- Deberíamos irnos ¿Te parece?

- Sí. Sólo déjame tomar el pavo - Me acerco a éste, saco la flecha, la cargo al carcaj nuevamente y pongo el pavo en mi mochila, lo desplumaré después.

Partimos hacia el distrito nuevamente, usando la ruta más rápida, por el lago. Pasamos la valla eléctrica por nuestro acceso secreto y llegamos al pueblo. Es invierno y hace frío, así que todos se encuentran bien abrigados, o lo más que se los permite su bolsillo.

Durante el camino por la veta, Gale me cuenta de los locos juegos que Rory, Vick y Posy, y que Vick le ha pedido que le enseñe a cazar. Yo me ofrezco a enseñarle al volver, a lo que Gale accede.

Al llegar a su casa, decido darle algunas de las hierbas que recolecté - ¿Irás a despedirme hoy? - Le preguntó mientras él abre la puerta.

- Es mejor que no vaya, irán muchas más personas además de mí - hace una pausa - y él estará contigo.

- Gale, por favor, hemos hablado de esto.

Bufa.

- ¿Sigues molesto? Por favor, te he dicho que tú y yo sólo somos amigos.

- ¿Estás segura de que es lo que realmente sientes?

- ¿Siquiera te atreves a preguntarlo? Gale, por favor entiéndeme, yo...

Me interrumpe tomando mi rostro con fervor, sus ojos grises se dirigen a los míos con deseo y planta sus labios en los míos.

Me separo al instante, sintiendo una corriente de rabia inundarme de pies a cabeza.

- ¡¿Qué te pasa?! - lo abofeteo sin pensar, alejándome considerablemente - Gale, estés de acuerdo o no - intento sonar calmada - Peeta es con quién quiero estar, no puedes evitar eso.

- Tú y yo sabemos que lo que sientes por ése panadero es tu forma de responder al trauma, Katniss. No lo amas realmente. Tú y yo nos conocemos desde que éramos unos niños.

- Esta no es una cuestión de a quién conocí primero, Gale. No puedo creer nada de esto ¿Acaso soy algo más para ti que una especie de premio enfermizo? Madura, Hawthorne.

- Sólo esta vez, debía tomar el valor de hacerlo. No espero que me entiendas - Entra a su casa con la mano en el rostro, sobre el golpe, sin despedirse ni decir nada más.

Sólo eran juegos (En llamas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora