Capítulo 20

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Katniss

- Te veo en el balcón en media hora.

- Ahí estaré - sonrío.

Me doy una ducha relajante y me visto holgadamente con una camisa de Peeta y unos shorts claros que se encontraban en uno de mis cajones. Peino mi cabello y lo dejo suelto ya que sé que a Peeta le gusta así.

Voy hacia el balcón, dónde me espera Peeta con una canasta en su mano derecha y una pequeña caja negra en su mano izquierda.

- Lista - le afirmo - ¿estaremos aquí todo el día?

- No - sonríe y me toma de la mano guiándome a algún lugar.

Subimos por unas escaleras, las cuales nunca había visto, hasta que llegamos a una extraña puerta.

- Lo pasaremos aquí - abre la puerta dejándome ver una hermosa terraza repleta de flores y algunas sillas para apreciar el paisaje.

Camino por el lugar mirando atónita todo lo que se encuentra a mi alrededor - Peeta, esto es hermoso.

Envuelve mi cintura con sus fuertes brazos - sabía que te gustaría - se puede sentir su sonrisa por como habla.

- Gracias - recuesto mi cabeza sobre su hombro mientras cierro los ojos aún delante de él.

Nos quedamos así un buen rato, cada uno sumido en sus pensamientos.

- ¿quieres comer? - pregunta.

- ¡claro! - respondo animada.

Saca una manta de la canasta y la pone sobre el suelo, a lo cual yo me siento sobre ella con un poco de dificultad, luego saca la comida de la canasta; mientras lo hace la cajita negra que tenía hace un rato se le cae del bolsillo.

- ¿qué es esto? - pregunto curiosa.

- Voy a pedirte matrimonio - ríe mientras se sienta junto a mí.

- Eso ya lo hiciste.

- No sé qué sea exactamemte, Effie me dijo que te lo diera. Dijo que es de tu madre.

Al instante abro la caja, encontrándome con mi broche de sinsajo y una pequeña nota.

No querrías entrar allí sin esto.

- Mamá

- ¿qué es?

- Mi sinsajo - sonrío mirando la pequeña pieza.

- De acuerdo, ¿comemos?

- Por supuesto.

Pensó en todo, trajo desde estofado de cordero hasta esos bollos que tanto me gustan.

- ¿cómo conseguiste esto? - pregunto mientras mastico un bollo de queso.

- Digamos que Effie tiene un amigo en la cocina.

Comemos en silencio por varios minutos hasta que Peeta habla de repente.

- Amo a otra mujer.

«¡¿QUÉ?!» - pienso.

- ¿cómo puedes..?

- No te preocupes, te amo tanto como a ella, aún no la conoces, pero sé que cuando lo hagas no dejarás de amarla. ¡oh! y es más joven que tú.

- ¿¡CÓMO TE ATREVES MELLARK!? ¿¡Y ME LO DICES EN LA CARA!? ESTAMOS A PUNTO DE ENTRAR A LOS MALDITOS JUEGOS.

Ríe.

Sólo eran juegos (En llamas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora