capítulo 26

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Katniss

La niebla se acerca a nosotros, pero en la situación que estamos sabemos que es imposible correr.

Trato de alejarme un poco pero mi cuerpo está tan adolorido que termino cayendo sobre mi espalda nuevamente.

Sólo queda esperar el horrible dolor que se avecina.

Y lo único que puedo hacer es proteger mi vientre con ambos brazos y cerrar los ojos con fuerza.

- lo siento.. - digo a mi bebé, quien patea delicadamente, con tono lastimero..

Pasan algunos segundos, no escucho gritos por parte de Peeta o Finnick, ni tampoco siento el dolor en mi piel al hacer contacto con la niebla.

Al abrir los ojos me percato de que la niebla ha sido detenida por una fuerza invisible, salvandonos.

Tercamente busco una forma de moverme, e inconscientemente, de buscar un antídoto para las ampollas que nos ha dejado la niebla.

A unos pocos metros de donde me encuentro se ve un pequeño lago, no es muy ancho y tampoco ha de ser muy hondo. Lo más seguro es que sea de agua salada, por lo que, según mi madre, es un buen remedio ante las ampollas y quemaduras.

Así que me arrastro en mi espalda, para no lastimar a la bebé, hacia allí, y sin pensarlo dos veces, sin arrepentimiento ni preocupación, sumerjo mi mano en el agua, lanzando un alarido que hace que Peeta pegue un respingón y trate de arrastrarse hacia mí.

Al principio pienso que fue una perdida de tiempo bastante dolorosa por lo que me distraigo unos segundos al ver como las ramas de los árboles se agitan cuando unos extraños monos caminan sobre ellas, pero luego me percato que mi mano comienza a liberar una extraña sustancia azul, al analizarla un poco, me percato de que el agua está eliminando todos los químicos que estaban contenidos en la niebla.

- ¿e..es..es..estás b..bien? - pregunta tratando de arrastrarse hacia mí, luchando contra la parálisis que le ha causado el gas venenoso.

Al ver como mi esposo trata de acercarse lo insito a venir, mientras le digo - ¡ven! ¡Ven! ¡El agua ayuda!!

Pero al ver que la parálisis lo ha dejado casi inmóvil, tomo su mano y lo arrastro hasta llegar al lago, donde lo sumerjo cuidadosamente para curarlo. Luego, al estar rígidos de nuevo, nos quitamos los químicos "venenosos" de la mezcla evaporada, sumergiéndonos; al hacerlo, su rostro va tomando forma, pero no completamente, ya que hay lugares que aún no ha limpiado.

Decidimos traer a Finnick, quien al parecer es el más afectado. Peeta lo toma de los brazos y yo de las piernas, luego lo sumergimos en el agua sin dejar que se ahogue.

Al cabo de un rato ya se puede mantener en pie.

Los tres nos sentamos a la orilla del lago a quitarnos las ampollas restantes y "curarnos" la piel.

- debiste dejárme allí - le digo a Peeta, ayudándolo a remover el veneno restante de su rostro.

- no me habría perdonado el dejarte..dejarlas allí para que murieran.

Sonrío y lo beso.

- ven - me gira de la cintura delicadamente - vamos a curar tu espalda.

Había olvidado por completo las ampollas y raspaduras que allí se encuentran.

Peeta baja la cremallera del mono delicadamente, cuando está completamente abajo la atraigo hacia adelante para cubrir mi vientre, no me gustaría que las cámaras enfocaran mi vientre desnudo y los capitolinos terminaran especulando y vaticinando estupideces sobre mi niña, si de por sí ya lo han hecho mientras lo llevo puesto. Cuando lo hago, puedo ver como ha quedado el mono. Lo que veo me sorprende, está lleno de agujeros, lo que probablemente sea por la reciente caida en la colina, y sangre, mucha, mucha sangre.

Sólo eran juegos (En llamas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora