Prólogo

1.1K 142 7
                                    

HUELE A TRISTEZA


Eran tan notorios los cambios que había dado su vida al rededor de los años, por más que él tratara de ignorarlo o dejarlo pasar por alto, lo sabía, no podía ocultarselo a nadie y mucho menos así mismo.

Todos lo notaban, e habían intentado de incontables maneras ayudarlo, pero simplemente no podían sacarlo del pozo en el que su vida se había vertido muy de repente, lo cierto es que incluso él ya no estaba seguro sobre qué es lo qué quería, sin embargo tenía a la gente que siempre amó a su lado, tenía qué seguir de pie por ellos, aunque por dentro ya no supiera quién era ni qué hacía.

Para él, todo dentro de su vida había sido un detonante y una piedra más en su zapato, desde el trabajo, partidos, el tema del amor e incluso su casta.

— Ey, memo — escuchó, y por inercia volteó- ¿Todo bien?

Asintió.

—Todo bien, ¿por qué preguntas?

El chico frente a él rodó los ojos.

— Por nada cabrón, solo he visto que mi mejor amigo del alma poco a poco se queda muerto en vida.

— No empieces— gruñó bajo, ya sabía el sermón que se venía.

— No, claro que voy a empezar— se acercó y lo miró preocupado— Desde hace años he visto cómo te acabas, has dejado muchas cosas, ya no eres el mismo y tú lo sabes. ¡Estás a punto de irte a Qatar!

Qué gran noticia.

Rodó los ojos, él mismo lo sabía y no podía evitar enojarse, aunque incluso para eso ya ni tenía fuerzas.

— Javier, por favor.

— Todos estamos afuera esperando, es la fiesta de despedida de la selección para ir a poner en alto el nombre del país, y tú— lo señaló— Estás aquí, encerrado en la habitación mientras piensas en no sé qué, cabrón, anímate, todos contamos con nuestro memo.

Y eso era completamente verdad, todos habían ido a reunirse a su casa, con la intención de celebrar que se iban al extranjero, al imponente mundial, querían abrazarse, apoyarse, volver a sonreír juntos antes de partir, eligiendo nada más y nada menos que su casa, porque todos sabían que si no era ahí, el guardameta jamás asistiría a tal invitación.

Pareció pensarlo, se sobó la frente. Y sacando fuerzas sonrió de manera honesta, haciéndose notar la diferencia de altura.

— Ya, vámonos antes de que me arrepienta— sonrió y el otro festejó, llevándolo a donde estaban los demás jugadores.

— ¡Memo! — gritó uno de pequeña estatura, siendo abrazo o ahorcado por otro más grande.

Haciendo que Ochoa frunciera el ceño, apretando los labios.

— A la madre, lo lograste sacar— otro dijo- Chicha, ¿cómo le hiciste?

— Tengo mis trucos, Rafita.

Le guiñó el ojo.

— Cómo les encanta cagar palo — el de rulos se quejó.

Rieron, viéndolo fuera de la habitación.

— Eyeyeyey— se apresuró— Quita tus manos de Diego, pero cómo vas, al niño no me lo toques, ¡Ey, te estoy hablando!

Le tronó los dedos a Herrera mientras reía, o bueno, risa y amenaza. Todos estaban ahí reunidos y la felicidad era más grande al saber que el portero, amigo del alma, hermano, además de pilar del equipo, estaba junto a ellos, celebrando y pasando un buen rato, hablando con todos, tratando de mezclarse.

Sin embargo, todos y cada uno de ellos no podían evitar afligirse, tratando de no demostrar lo preocupados que estaban.

Pues a pesar de que Ochoa reía genuinamente, todo de él seguía oliendo a tristeza.

Pues a pesar de que Ochoa reía genuinamente, todo de él seguía oliendo a tristeza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora