27

182 31 15
                                    

HUELE A TRISTEZA


Estaba nervioso.

Tal vez, y sólo tal vez, no había sido buena idea tomarse la responsabilidad él solo de comunicarle la noticia a Lionel. Negó rápidamente, dando vueltas en la cama, en ese momento, él era la persona indicada para hacerlo porque, los omegas teniendo razón, quien tendría más tacto para decirlo sería él.

Estaban esperando a que Scaloni los llamara para irse al estadio.

Hoy, hoy se definirían dos cosas en distintas personas, por un lado, Julián estaba tratando de entablar una conversación con el número diez, para que resultara de manera natural lo que tenía qué decirle. Por el otro lado, Lionel quién estaba terminando de amarrarse las agujetas de los tenis, tenía decidido que ese sería el último día.

El último día que esperaría señal de Guillermo.

Había dudado en hacerlo, suspirando, su vista se dirigió al celular a su costado, apartándola rápidamente. Le había enviado un mensaje, un último mensaje. El alfa frente a él no dejó pasar el gesto, sin embargo, estaba más concentrado pensando en cómo mencionar al de rizos sin incomodarlo o qué le diera una de sus famosas miradas de "abres la boca y te cago a piñas".

Julián suspiró, mirándolo decidido.

— ¿Qué tal t-

Abrieron la puerta estrepitosamente.

— ¡Lio!, ¡Juli!, ya nos vamos — Dibú entró con una sonrisa en el rostro. Lionel no dudó en tomar sus cosas, el otro alfa fulminó con la mirada al arquero— Che, ¿Por qué miras así?, ¿Tengo monos en la cara?

— Juli, nos vamos.

— Sí, voy yendo — trató de que su tono no saliera molesto, dejó que el omega se adelantara intencionalmente. Y cuando estuvo lo suficientemente lejos, se volteó hacia el mayor, quien iba más que feliz— Che, ¿A vos no te enseñaron a tocar la puerta?

Dibú pareció meditarlo.

— ¿Interrumpía algo?

El alfa joven chilló frustrado.

— ¡Estaba tratando de contarle sobre el moreno ese y entraste tú con tanto grito!

Algo cruzó por la cabeza del más alto.

— ¿Quién, decís?

La araña se pasó las manos por el rostro, más que frustrado.

— ¡Del mexicano, pelotudo!

— Ah— una sonrisa se asomó en sus labios— O sea, que sí pasa algo entre ellos.

Julián se dió cuenta que probablemente había metido la pata. Bufó desesperado, dejándolo atrás.

— Sí abrís la boca, te despertás pelón. Cuando mi viejo se entere, veré si te cuento a ti. Algo está pasando, es serio, así que— se volteó a verlo de nuevo— Mantén tu boca cerrada.

— Dale, vámonos que nos dejan.

Dibú ya había tenido la poca o mucha información que necesitaba. Si Julián y Lionel pensaban que nadie se había dado cuenta de lo que estaba pasando, estaban muy equivocados, simplemente debían callarse hasta ver el momento oportuno de comentar algo.

Si bien les había resultado difícil al inicio darse cuenta, después todas las piezas en el tablero encajaron con las actitudes extrañas de ambos hace unos días. El arquero estaba que se quemaba por saber más e ir emocionando con los demás a contarles la noticia, pero, al ver a uno de los más jóvenes del equipo estresado y amenazarlo con darle un corte con pulida, mantendría cerrada la boca.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 27 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora