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HUELE A TRISTEZA

— ¿No te parece que estás moviendo mucho la pierna?

Volvió de su ensoñación al escuchar como le hablaban, parpadeó varias veces y su vista logró enfocar el suelo, la alfombra rojiza con la que este estaba tapizado. Resopló y alzó la mirada.

Sin embargo, no contestó, solo se dedicó a mirar de nuevo la hora en su celular, notando que ya tenía casi dos horas ahí y no había ni rastro de la persona a quien deseaba ver. Estaba desesperado, el lobo dentro suyo estaba muy inquieto también, que ya no sabía cómo mantener la calma, sus piernas hormigueaban por querer salir corriendo en busca del moreno.

— A dónde tan chismoso— trató de bromear, sin embargo, eso sonó más como un reclamo que alguna clase de broma.

– Estás muy distraído Lio, desde que llegamos estás sumido quién sabe dónde pingas— el otro continuo, preocupados— ¿Qué tenés?

Y volvió a suspirar.

— Nada, no me pasa nada Dibu — musitó, bebiendo de la botella de agua en sus manos— ¿Dónde está Julián?

Hacía rato que no lo veía, podía estar sumido en su cabeza, pero jamás perdería de vista a aquél cachorro.

— Ando acá.

Respondieron detrás suyo, volteó y asintió, regresó la mirada frenéticamente al baso que el menor tenía en sus manos.

– Decime que eso es jugo nada más si no, te caigo a trompadas, Juli— gruñó, el alfa más joven revoloteó los ojos— No me hagas esos ojos, nene.

— Es jugo, de manzana para ser exactos— se alzó de hombros extendiéndole el baso.

Lionel lo miró y asintió, suspiró de nueva cuenta, volviendo a mirar casi por última vez la entrada al living, esperando verlo por ahí. Cientos de jugadores entraban y salían, ¿Por qué estaba tardando tanto?

Tal vez, la luna escuchó sus plegarias, pues la selección tricolor iba entrando, todos juntos, se veían cansados y por más que quisiera disimularlo, más que nada estaban tristes, no lo iban a negar pero querían mínimo hacer el intento de pasársela bien el poco tiempo que les quedaba de estadía en ese país. Su corazón saltó de alegría, juraba que sí su cola pudiera verse, estaría moviéndolo frenéticamente, pasó su mirada por cada uno de los jugadores, notó a los dos más jóvenes estar rodeados de otros dos más altos, que los traían casi pegados a ellos.

Eran los niños que Ochoa siempre cargaba con él.

Así que sonrió, pero, ¿Dónde estaba el de rizos?

Analizó varias veces a todos los jugadores y por ningún lugar notó al portero mexicano, eso ya se le hacía extraño. Los niños estaban pero él no, ¿eso significaba que él iba a llegar después o qué procedía? Apartó la vista cuando notó que alguien volteó hacia él, probablemente sintiendo su mirada.

Él fingió ver a todos los jugadores, probablemente eso le funcionaría.

Julián notó aquello, como la estrella de su equipo había mirado por un tiempo prolongando a la selección mexicana, notando como uno de menor estatura veía al omega, volvió la vista hacia su capitán, frunciendo en ceño ante el extraño comportamiento que estaba teniendo. A su vez, ambos omegas que estaban pegados a Javier y otro jugador alto que había llegado de sorpresa, miraban atentos a lo que parecía ser el alfa que estaba sentado junto a Lionel.

¿Quién observaba a quién?

— Iré a vaciar tanque— dijo, bajándose de la silla.

Julián y Dibú fueron quienes lo escucharon, asintieron, era comprensible, el omega llevaba tres botellas de agua en menos de dos horas.

Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora