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HUELE A TRISTEZA





Se habían quedado solos en el pasillo, al parecer. Con una gran sabor horrible de boca, para ellos, verlo de nuevo era algo que esperaban sin duda, pero al menos, no tan pronto, su sensación de satisfacción no duró mucho al parecer. Eso les dejaba más dudas que respuestas.

¿A qué carajo había regresado a Guillermo?

Rafael estaba harto, las imágenes de su amigo en un estado tan deplorable gracias a él venían a su cabeza, causándole dolor y una ira que no su cuerpo quería materializar en el cuerpo del pelirrojo. Javier estaba en la esquina, mirando hacia abajo, igual o peor de tenso que sus otros dos amigos, ciertamente el ver de nuevo a Canelo los había dejado mal parados en todos los sentidos.

— ¿Qué vamos a hacer? — Andrés lanzó la pregunta al aire, bastante consternado, mirado más que nada al más alto.

— No dejar que se le acerque, y si lo hace, partirle la cara.

Javier lo miró entre sorprendido, además de confundido.

— Rafa, por si no lo sabes, la idea es evitar conflicto, además, Javier y yo no podemos darnos el lujo de ponerle una mano encima por más que queramos, al menos no al ojo público — suspiró— Tenemos una carrera que proteger y, Canelo es boxeador profesional, plantarle un golpe será difícil.

Márquez relajó su expresión, sonriendo levemente.

— Yo nunca dije que ustedes tenían que golpearlo, ¿o si?

Guardado y Hernández abrieron los ojos con suma sorpresa ante las palabras del más grande, mirándose entre sí, preocupados. Las actitudes de Rafael les extrañaba, pero ciertamente era algo que ellos también harían.

Al final del pasillo, cerca de las escaleras de emergencia, los dos omegas estaban observando todo, se preocuparon al notar que los tres adultos habían desaparecido de la cena y cuando vieron a Eddy en la recepción sin tener cerca al boxeador, pensaron lo peor, así que subieron lo más rápido posible, pero nunca se esperaron que Márquez ya estuviera plantándole cara al alfa que una vez estimaron y consideraron como parte de su pequeña y rota familia. Seguido de un Javier y Andrés que no se veían para nada felices desde kilómetros.

Kevin se ocultó, mirando a su hermano quien se movía inquieto en su lugar.

¿Por qué habría Saúl de buscar a su padre otra vez?

Claramente no querían saber la respuesta.

— Deberíamos regresar — Laínez dijo, bajito— Si nos encuentra alguien aquí, en especial ellos, será bastante difícil.

Álvarez suspiró, mirando al suelo, sintiéndose inútil ante la situación, sin embargo, estaba de acuerdo, ninguno de los dos quería darles más problemas a su padre o sus tíos, ya tenían suficientes, además de que la presencia de Saúl en el lugar, ya representaba un estrés gigantesco.

— Vámonos, nada pasó.

Diego asintió, Kevin bajó un escalón, estando todavía arriba del omega, dando la espalda al pasillo. El menor de los dos se quedó inmóvil, tenso en su lugar y sin moverse.

— Wey, ¿estás bie-

— ¿Por las escaleras?

Todo su cuerpo, cada extremidad, cada poro de su piel pareció quedarse inmóvil por tantos minutos, su pecho subió y bajó con bastante irregularidad, mirando nervioso al omega quien tenía los ojos bien abiertos y la mirada fija detrás de él, en alguien específicamente. El lobo dentro de él chillón herido al reconocer el aroma que poco a poco comenzaba a inundar por completo sus pulmones.

Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora