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HUELE A TRISTEZA


No había podido sentirse bien el resto de la noche, claro, había pasado momentos increíbles con su equipo, siempre era así, sin embargo, su cabeza no dejaba de preguntarse por Guillermo, y por qué ya ni había rastro alguno de sus compañeros.

No podía culpar a sus compañeros de equipo, pues ninguno de los dos lo había comentado.

Así que solo se limitaba a suspirar.

El trayecto al hotel fue ruidoso, como siempre, las bromas de todos y las bullas lo sacaron de su decaída en seguida, Julián iba al tanto de eso a la par de Dibú, ambos observándolo desde una distancia prudente y procurando ni ser tan obvios. Aunque, para la araña, aquella sensación de disgusto y lastimera en su pecho ante el recuerdo de los omehas mirándolo con esos ojos no se me iba de la mente.

¿Se habían enojado porque dijo la verdad?

Ahí su cerebro maquinó otra opción, ¿Y si él se había equivocado?

El ruido del camión aparcándose le hizo salir de su ensoñación, todos bajaron, iban alegres, con la mente despejada y listos para darlo todo en el siguiente partido. Entraron al hotel, hablando, haciendo ruido por lo que las miradas curiosas de los demás jugadores se posaron en ellos, aunque poco después estas volvieron a la suyo. Estaban esperando los elevadores, para subir a su planta correspondiente.

La estrella Argentina miró sin interés el linving del lugar, notando a cuatro siluetas conocidas, dos de ellas parecían calmar a otras dos.

Los reconoció, y cuando los elevadores abrieron sus puertas, él se negó a entrar.

— ¿A dónde te vas? — Kun le dijo, haciendo un esfuerzo por asomar la cabeza de entre sus compañeros.

— Se me olvidó algo— dijo, alejándose— Ustedes vuelvan.

— Che, ¡Lio!

Gritó, siendo completamente ignorado.

— Juli, salí a buscar a tu padre — y zas, Agüero lo sacó de una patada del elevador, este se cerró.

Se quedó pasmado en el pasillo. ¿De verdad lo había pateado?, negó, más importante, ¿Dónde se había metido su padre?

Caminó, por el living y su sorpresa fue encontrarlo junto con otros dos. Quienes al percatarse de sus identidades, quiso irse de ahí, para su desgracia estaba detrás de ellos, por lo que ya era imposible que ignoraran su presencia. Lionel al estar de espaldas no lo notó de buenas a primeras, parecía ocupado contándoles algo, pero el no podía prestarle atención por estar perdido entre las miradas que los jóvenes le daban.

Se sentía extrañamente culpable, la escena del día anterior seguía dándole vueltas a la cabeza.

Apretó los labios.

— Oh, Julián, ¿cuánto tiempo llevas ahí? Acercate.

Se maldijo internamente, así que no le quedó más que forzar una sonrisa. Saludó y por parte de los mexicanos, se vieron en las mismas, quisieron controlar lo más que pudieron sus aromas, aunque para el alfa fue perceptible el rechazo por parte de ambos.

Lionel siguió hablando, y el solo se quedó de pie, sin prestar atención, viendo sus pies y de vez en cuando a los omegas que tenían la mirada perdida en alguna parte de suelo. Frunció el ceño, ¿Por qué estaban tan preocupados? No quería hablar, o incluso moverse, ya sentía que su sola presencia los molestaba. Eso no quería decir que no los iba a observar disimuladamente.

Para cuando quiso darse cuenta, dos personas más llegaron a su lado.

— Ya decía yo que estaban tan quietos— Guardado los miró— ¿No los molestaron?

Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora