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HUELE A TRISTEZA

Después de aquello, el mexicano había estado algo distraído, los demás no quisieron indagar al respecto, puesto que, Memo tenía muchas cosas qué pensar. Y en parte era cierto, seguía debatiéndose así mismo muchas cosas, pero por otro lado, la imagen del jugador estrella de Argentina no se alejaba de su cabeza, por más que se empeñara en dirigir su atención en otra cosa, simplemente no podía, sumándole el hecho de que sentía a su lobo estar demasiado inquieto, gruñendo y casi matandolo por tomar el control e irse a buscar al albiceleste.

Cosa que Guillermo no iba a permitir bajo ninguna circunstancia.

Y mucho menos sin saber qué le estaba ocurriendo, ni tampoco sin saber cómo sentirse. Solo se limitaba a suspirar, además de gruñir internamente, claramente tratando de ser lo más cuidadoso para que los demás no se dieran cuenta. Así que suntiendose cansado, después de comer se dirigió a su habitación a asearse.

Porque claramente en los vestidores no había todo lo necesario. O simplemente era una forma de excusarse.

Perezosamente se sacó la ropa, y la arrojó en una parte de la habitación, que siendo como era, después la acomodaría donde correspondía, ya pondría orden en todo después. Ahora solo le interesaba lo bien que se sentía el agua caliente sobre su cuerpo, dándole un suave masaje a sus músculos que yacían cansados, perdiéndose en ese momento tan íntimo para él. Perdiendo la noción del tiempo que estuvo dentro del cuarto de baño, siendo feliz y tranquilo.

Al salir del cuarto, el frío de la habitación le acarició la piel, tenía el torso desnudo, pues estaba secándose los rizos que estaban flojos colgando de su cabeza, debido al peso del agua que aún tenían. Y justo cuando se vistió por completo, la puerta fue tocada.

— Andrés— se sorprendió al verlo en su puerta— ¿Todo en orden?

El mencionado asintió, y con una de sus manos abrió un poco más la puerta.

— Hablé con el tata— hizo una mueca ante el tecnico que no hacía más que enfadarlo—  Traje un médico para que te revise, como dije, no soy profesional, así que más vale estar seguro.

Ochoa lo miró casi en pánico.

— Tranquilo, todo ésto es con discreción de todos, no va a revelar nada— le sonrió— Sí lo llegase a hacer, yo mismo le doy una verguiza— susurró— Bien, habla español, así que no gastes tú inglés, estaré esperando afuera. Suerte, Memito.

Asintió, y dejó pasar al médico en la habitación, quién se presentó de forma adecuada para después pedirle amablemente que se siente.

— Cómo sugerencia, sería mejor que el joven de su selección esté dentro con usted— Ochoa le miró confundido.

Se dirigió y abrió la puerta, diciéndole que debía pasar.

— Ahora, dígame, joven Ochoa, ¿En qué puedo ayudarle? — el hombre le inspiraba confianza, sin embargo, debía ser muy discreto.

Pareció pensarlo, y mirando por el rabillo del ojo a Guardado suspiró, contándole sobre su extraño olor, además de, otros padecimientos, escuchando atentamente al médico frente suyo.

— Así que este aroma si pertenecía a usted— ambos lo vieron seriamente— Pensé que me había equivocado, pero él aroma que está impregnado en esta habitación es puramente peligroso.

— ¿Por qué? — esta vez Guardado preguntó, tensándose.

El médico suspiró pesadamente, mirando al arquero.

Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora