09

602 90 29
                                    

HUELE A TRISTEZA


Ochoa estaba más que feliz ahora con su cachorro en brazos, bueno, algo así, le tenía la mano en los hombros, cubriendolo como el cachorro protegido que era, y obviamente Diego, se dejaba querer todo lo que Memo quisiera. Para cuando ambos se dirigían a su selección, ya tranquilos, a paso calmado, olvidando en un segundo todo el desmadre que habían hecho anteriormente, para cuando estuvieron cerca de las tribunas, un apresurado Guardado llegó junto a ellos, respirando fuertemente, con la frente sudada y apoyándose sobre sus rodillas para evitar caer.

Los demás llegaron después, todos en el mismo estado. Kevin no dejó de correr hasta estamparse en el otro omega, alejándolo de Guillermo, quién se quedó perplejo ante la brusquedad, sin embargo no dijo nada, mirando a ambos cachorros con dulzura, Álvarez retregaba su rostro en el de Lainez, con felicidad, inconscientemente dejándole su aroma encima débilmente, el otro solo sonreía enternecido, feliz.

Después de reírse un poco y ahora respirando todos tranquilos, comentando, bromeando al respecto, se fuero de ahí, rumbo al hotel, a descansar. Ochoa iba totalmente interesado por la versión que el omega tenía que contarle, sobre cómo había estado con la selección del albiceleste que no podía sacarse de la cabeza.

Por su parte, Lionel ya iba en camino con su equipo a descansar, les terminó por explicar que el mexicano ya estaba con su equipo, evitando cualquier pregunta que me hicieran, a sabiendas de que, bueno, el omega tenía otro olor encima. No dijeron nada en ese momento, solo iban centrados en llegar, comer, asearse y dormir una larga siesta después de tan frenético, estresante, además de triste partido, ya iban con mejores ánimos, pero la derrota seguía con cierto peso sobre sus hombros. Al llegar, ignorando sin querer a otro pobre alfa que no dejaba de moverse de un lado a otro preocupado.

— Gracias a la luna, llegamos, vengo cansao— Lozano bajó del autobús, estirándose.

Guillermo carcajeó.

— ¿Cansado de qué?

Hirving lo miró ofendido, poniéndose en una posa de diva, con una mano alzada, los dedos juntos y haciendo caras.

— ¿De qué? ¿Perdón? — dijo, mirando a Ochoa de arriba a abajo— Estoy cansao papito, ¡De seguirte corriendo desde las segundas gradas hasta más de medio campo!

— El prieto tiene razón — Andrés hizo una leve mueca, estirándose— Te desapareciste de nuestro campo de visión en un pedo, wey.

— Y ni hablar de lo que nos costó tratar de alcanzarte— Jiménez se unió a la platica— Sigues siendo demasiado rápido, Memo.

— Por un momento creímos que ibas verguiarte al primero que se te cruzara— Gallardio rió— De ahí que hicimos hasta lo imposible.

— Claro — avanzaron a la entrada, Lozano se rió — No es como que Vega se haya entrellevado a una niña entre los pies por tratar de alcanzarte, no, claro que no.

Las mejillas de Alexis se pintaron en un bonito color carmesí, riéndose nervioso, no se la había entrellevado, bueno, sí, quedó un poquito despeinada, por suerte nadie además de su equipo se había fijado, así que levantó a la niña, le sacudió la ropa, acomodó sus cabellos y siguió corriendo.

— ¿Qué Vega qué? — Guillermo alzó una ceja, casi horrorizado ante el relato de Lozano.

— ¡Gracias a Dios, Memo!

Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora