25

190 37 8
                                    

HUELE A TRISTEZA


Por alguna razón, los miedos de todos se habían materializado.

Bueno, no hay que irnos al extremo, algo así, ¿me siguen?, bien. Habían pedido licencia para quedarse como límite una semana más, aunque podrían irse cuando quisieran, todo por un pequeño detalle. Bueno, más bien, alguien.

El piso que ahora pertenecía por completo a los mexicanos estaba hecho un caos silencioso desde hace unos cuantos días. Mínimo agradecían que su director técnico había desaparecido en la primera oportunidad que tuvo, sin embargo, eso no dejaba de lado el que todo estuviera de cabeza y empeorando cada que había la posibilidad, estaban distribuidos en el cuartos o eso se suponía, porque ya no sabían quien de quedaba en cual cuarto.

Todos querían estar con el de rizos pero no era algo que podían hacer.

No era lo mejor.

El pequeño sorbidito de la nariz de Laínez hizo que la atención de Rafael se centrara en los dos menores del equipo. Quienes solo se hicieron más pequeños en su lugar.

Edson se coló a un costado de ambos, acariciándoles la espalda. Andrés entró al cuarto y todos lo miraron con algún destello de esperanza. Este solo resopló, sentándose en alguna parte de la habitación.

— ¿Mejoró? — Kevin se atrevió a hablar, mirando fijamente al príncipe. Diego le siguió.

— La fiebre aún no baja, no deja de quejarse del dolor muscular y en contra de su voluntad se quedó cobijado. El médico no tarda en llegar.

Diego gimoteó bajito.

— Lleva diciendo eso desde hace horas, ¿Y si no llega?, ¿Y si Memo empeora?

Nadie dijo nada, el cuerpo de Diego estaba comenzando a impregnarse de un aroma a cacao quemado, producto del estrés, ansiedad y preocupación que estaba pasando. Kevin no se quedaba atrás, la acidez de los frutos rojos también estaba abrazando su cuerpo rápidamente. Rafael solo pudo mirarlos con preocupación, si alguien lo estaba pasando mal aparte de Guillermo eran ellos.

Después de todo, son sus hijos, los hijos de Guillermo Ochoa.

— Ya niños, Memo estará mejor, hay que tener fe.

— Lozano tiene razón, todo va a mejorarse, no estén así— Alexis hizo el intento a mejorarles el ánimo.

Después de eso nadie dijo nada, todos entendían la preocupación y el miedo que sentían ambos chicos. Era comprensible y aún así, alarmante.

¿Cómo todo había empeorado tan de repente?

— Puta madre, ¿Cómo pudo pasar? — Andrés se pasó las manos por el rostro, desesperado.

Javier chasqueó la lengua.

— Sigo sin entender como ese cabrón pudo haberse colado de nuevo.

Jiménez bufó, sintiéndose molesto, apretando los puños.

— ¿Aquí no tienen seguridad o qué?, ¿Cómo pudieron dejarlo pasar así nada más?

— Algo debieron de haber hecho, en especial, él. Ya sabemos cómo se las gasta, no debería de sorprendernos que siempre trate de salirse con la suya, Raúl. Pero aún así, jamás pensé que tuviera los huevos de acercarse de nuevo— Herrera hizo una pausa, mirándolos— Mucho menos a los dos chamacos.

— Ayer solo entramos a nuestros cuartos para cambiarnos de ropa, tardamos menos de veinte minutos, y eso bastó para que hiciera— hizo una pausa, midiendo su bocabulario— Tampoco nos tardamos nada en revisar abajo, en el primer piso no había nadie, los niños recién iban subiendo, y ya no había rastro de él.

Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora