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HUELE A TRISTEZA

¿Ahora qué seguía?

Cuando las puertas del elevador se abrieron, ambos se quedaron justo en medio del pasillo. Sin saber qué hacer, solo ahí de pie, mirando la cantidad de puertas que había, con la tenue luz iluminando el lugar, una corriente de aire filtrándose de quién sabe dónde, acariciándoles el cuerpo.

Despeinados, con los ojos hinchados, vestidos de la manera más rápida, en chanclas y sin un plan claro.

Se miraron entre sí, tal vez buscando qué hacer mediante la telepatía. Laínez era quien sabía dónde estaba la habitación del argentino, así que tratando de no hacer ruido, pisando de la manera más cuidadosa y casi sin respirar para evitar que sus aromas—si es que eso era posible— despertaran a la mayoría de alfas del equipo. Porque siendo honestos, los aromas que traían eran bastante fuertes, producto del estrés de hace unas cuantas horas, bueno, días, más bien. Al llegar al final del pasillo, Laínez ladeo la cabeza, apuntando la puerta blanquecina del número 10 de los albicelestes.

Kevin respiró, alzó su mano con intención de tocar la puerta, pero enseguida se detuvo.

El otro le miró atento.

— ¿Qué hora es?

Diego sacó su celular, bajando el brillo abruptamente debido al exceso de luz en la pantalla.

— Son las 3 de la mañana — ambos se miraron entre sí, sin decir nada por largos segundos — ¿Qué día es mañana?

Kevin sacó rápidamente los horarios que Javier se había encargado de co seguir de quién sabe dónde acerca de los últimos partidos. Ya que habían pedido permiso para quedarse, según él, debían mínimo saber con quienes eran las finales. Miró a su hermano entre preocupado y frustrado.

— ¿Te parece buena idea que te den una noticia fuerte antes de que tengas un partido importante?

Laínez negó en seguida.

— Mañana es el partido de Argentina, no creo que sea buena idea contarle todo el desmadre que ha pasado con papá estos días a Lionel— Kevin apagó el celular, pasándose las manos por el rostro, Diego dio vueltas en su lugar nervioso.

— Y menos a las 3 de la mañana. Chingadamadre Kevin, ¿Por qué vergas no se nos ocurrió?

Álvarez suspiró.

— Igual tiene derecho a saber, Paco no le ha dado señales de vida desde esa noche.

— Sisisisi, tiene derecho a saber, ¿Pero en la madrugada de su partido?, suponiendo en un caso hipotético— Kevin alzó una ceja, acomodandose una chancla— Qué Messi se haya estado sintiendo mal estos— contó con los dedos— Ya son tres días con esta madrugada, estos tres días, ¿No se pondría peor si se entera que el alfa con el que probablemente tenía ondas está en cama intoxicado?

Álvarez lo miró, debía dimitir que su hermano tenía un buen punto. Ambos lo sabían, pero entre decirle o no decirle, era mejor opción. Aunque tenían todo en contra, si Memo despertaba mejor hoy, se irían a México para que pudiera descansar en casa y ser tratado, Lionel tenía un partido súper importante hoy mismo, merecía una explicación pero, ¿Y si eso significaba que se desconcentrara durante el partido?

Sería fatal para ellos, y los dos omegas no podrían con la culpa.

— ¿Qué hacemos? — Diego jugó nervioso con las manos dentro de los bolsillos— Hay razones para decirle y para no decirle.

— Creo que debimos haberlo meditado antes de salir de la cama tan rápido — se talló los ojos cansado— O al menos haberle dicho a Javier.

Diego alzó una ceja.

Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora