01

1.1K 129 28
                                    

HUELE A TRISTEZA


Mentía si decía que el viaje le había resultado lo más cómodo del mundo, no logró conciliar de todo el sueño, además de que el asiento en el que iba, era demasiado pequeño, si bien, habían elegido un avión que se ajustará a sus necesidades y de porsi era cómodo, porque todos los demás iban dormidos y otros simplemente haciendo quien sabe qué.

Para el hombre de 1.85 no era la mejor opción, además de que su compañero iba invadiendo su espacio, y sólo se limitaba a gruñir por lo bajo, tratando de acomodarse sin despertarlo, aunque era imposible.

Y la paciencia se le estaba acabando.

Tratando de moverse como gusanillo para quitarse del cuerpo a su compañero de campo, lo quería mucho, sí, pero fuera de su espacio.

— Herrera — le llamó, mirando como seguía dormido— Ey, niño.

Volvió a llamarlo sin éxito, y en cambio, se acomodó más en su pecho, balbuceando quién sabe qué. Rodó los ojos.

— ¿Memo?

— ¿Andrés? — escuchó— ¿Estás despierto?

Luego escuchó un estornudo. Definitivamente ese era Lozano.

— ¿Por qué vas despierto? Hasta dónde sé, faltan todavía dos horas para llegar— dijo, volviéndose a acomodar, quitándole la cobija a Álvarez— ¿Y Herrera?

— No puedo dormir— sincero— Y este no se me quita de encima.

Escuchó una carcajada que estaba seguro iba a despertar más de a uno.

— Owww, Herrera se siente seguro con su papi memo— se burló y elnombrado hizo una mueca— ¿No has pensado en volverlo tu cachorro?

Las cejas de Ochoa se fruncieron, y giró su cabeza hacia atrás del pasillo, mirando como su amigo tenía el celular en su mano, grabando la cara que tenía en ese momento.

— Ni hablar— dijo, y en seguida, el bulto dormido casi encima de él volvió a balbucear— Ey, deja tu cochinada, ¿Por qué estás grabando? No es divertido.

El otro se alzó de hombros, terminando la grabación.

— Tal vez al pequeño Diego le haga gracia ver a su Memo emperrado desde temprano— comentó con notable gracia.

Haciendo que el guardameta alzara una ceja indignado.

— Tú no le vas a enviar nada— se movió— Deja al niño en paz, debe estar dormido todavía, lo vas a despertar.

— O de peda— se alzó de hombros— Quién sabe, tu acá muy preocupado por el niño y él bien agusto en otro lado, uno nunca sabe.

Y no podía decirle en su cara que no, Diego era... Diego.

Lo conocía y probablemente lo que Andrés le decía era cierto, pero en todo caso, después de tanta fiesta debía estar cansado dormido en su habitación, levantándose a la 1 de la tarde con una resaca que no podría ayudar a bajar y eso es lo que le preocupaba.

Dejar al niño solo y más cuando casi le rogó que quería venir, aunque, bueno, tenía compromisos, además de entrenamientos que cumplir.

Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora