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HUELE A TRISTEZA

Decir que Guillermo había estado demasiado pensativo lo que restaba de la noche era poco, cuando regresó a su habitación se encontró con Diego plenamente dormido, le había mandado un mensaje antes explicándole la situación con Kevin y él no pudo leerlo debido a que estaba en un momento tan íntimo con Messi.

Y eso lo había hecho parpadear varias veces, confundido.

Él y Lionel no eran más que jugadores que en determinado momento serían rivales, sin embargo, todos los momentos que parecían compartir, el ambiente era extraño, como si ambos se encapsularan en una burbuja, porque cuando el de menor estatura aparecía, su atención sólo estaba dirigida a él, en protegerlo, se sentía extraño, debía decirlo, esa constante necesidad de estar cerca de él en cada momento, además de que él siendo lobo, sus instintos le jugaban chueco, seguramente porque había dejado de tocar supresores, eso es lo que rondaba por la cabeza de Guillermo Ochoa, o tal vez, era otra cosa que se negaba a ver.

Protegerlo.

Ahí estaba su parte alfa haciendo acto de presencia, gruñó por la bajo, volviendo a acomodarse en la cama, queriendo dormirse. Obviamente, sin haberlo logrado, le daba envidia ver a Diego tan plácidamente dormido.

Aunque no le extrañaba, había dormido casi todo el día, tal vez por eso no podía dormir.

Mientes.

Lo sabía, en sus adentros sabía que el insomnio que sentía no era por haber dormido tanto, estaba muy cansado, no podía pegar ojo por la imagen de dicho argentino, sus bonitos ojos, sonrisa tierna y los labios rosas que la adornaban, se veían tan suaves, que tal vez, y sólo tal vez, se veía tentado a probarlos. Cuerpo tonificado, espalda bonita, piernas fuertes y-

Se levantó de golpe de la cama, sus pensamientos habían ido más allá, no sabía si se sentía acalorado por la vergüenza, además de tener la cara roja, o por el hecho de que estaba imaginándose de más y eso, podría atraerlos asuntos nocturnos.

No quería, además se sentía sucio pensar de alguien tan amable como Messi de esa forma.

Salió de la cama, se puso una chamarra encima para cubrirse del frío, y salió de la habitación, en el menor ruido posible, cerró la puerta detrás de sí, caminaría el tiempo que fuera necesario para mantener a su mente alejada de todo lo que tuviera qué ver con Lionel Messi. Sus pies dieron con aquél peculiar lugar, en el que horas después estaba hablando tranquilamente con el Argentino, hacía un poco de frío, pero aún así era cómodo.

Cerró los ojos una vez sentado en la silla, recordando las palabras que el otro le había dicho después de largos momentos de estar en silencio.

No sé por lo que estás pasando, puedo darme cuenta de que es difícil— aquello le sorprendió— Pero sos más grande que eso Guillermo, si has llegado hasta aquí, sin darte por vencido, aunque no lo notés, es por algo.

Oh, había algo de razón en eso, Guillermo se quedó mirándolo analizando sus palabras, queriendo decir algo, sin saber qué.

Vos y yo, no somos tan cercanos— el omega se hizo pequeño en su lugar— Che, nos hemos visto hace unos años, está es la primera vez que hablamos más— escuchó atentamente, mirando como a poco un leve sonrojo se apoderaba del otro— necesitás y te sentís cómodo, yo puedo escucharte, nadie merece cargar con el dolor solo.

Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora