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HUELE A TRISTEZA

Media hora.

Media hora había pasado desde que había sido jalado fuera del hotel por dos chicos jóvenes, quienes a juzgar por sus movimientos seguían bastante tensos y nerviosos, sin embargo, no sabía si aquello se debía por el boxeador o por él.

Suspiró, desviando la mirada, bebiendo del jugo de caja que ya no tardaba en acabarse, su mente divagó en los últimos sucesos del momento, recordando que no ha tenido alguna pista de su padre, mandando toda su atención a los dos omegas frente a él, que por alguna razón, se sentía con un compromiso enorme con ellos, no entendía la razón pero tampoco iba a oponerse, no quería que su lobo le diera problemas después, tampoco sabía qué hacer o qué decir, no quería ser imprudente, presionar o alguna otra cosa.

Así que solo se limitaba a observar y casi ni eso.

No quería incomodarlos más.

Bebió de nuevo del jugo, jamás pensó encontrar un booba en una tienda de conveniencia. No se quejaba, desconocía el sabor pero le había gustado, se llevaría todos los que pudiera después, mientras Lionel no se diera cuenta, sería sencillo.

— Gracias.

Escuchó y parpadeó varias veces, mirando a los chicos frente a él.

— No es nada— se alzó de hombros, regalándoles una sonrisa.

— De verdad, significa mucho para nosotros— el más chico dijo, si mal no recuerda, su nombre es Diego.

Le causaba bastante curiosidad el hecho de que estaban tan alterados cuando aquél otro alfa estaba hablando con ellos, no lo iba a negar, verlos de esa forma a causa de alguien que probablemente les había hecho bastante daño le hacía hervir la sangre. Jamás iba a olvidar sus rostros de alivio cuando el individuo se fue.

— ¿Tan malo fue?— ambos fruncieron el ceño— El tipo.

— Ah —el chico del cuál aún desconocía su nombre se rascó la nuca nervioso— Malo es una palabra que se queda corta ante todo lo que pasó.

Alzó las cejas con sorpresa, inconscientemente se sentó derecho, prestando atención. Diego le dio un leve codazo, probablemente en señal de que debía callarse.

— Bueno, muchas gracias por habernos sacado de ahí, si llegaras a necesitar algo, no dudes en decirnos— Kevin se aproximó a despedirse.

El argentino sólo asintió, tenía muchas preguntas al respecto, sin embargo, lo iba a dejar ahí, por el momento. Sólo los observó irse atentamente hasta que se perdieron de su campo de visión, ya era hora de que él también regresara, debía buscar aún a cierto omega que se le había perdido de vista.

Aunque, algo le decía que aquellos dos tenías todas las respuestas que buscaba.

Al regresar, ambos omegas se encontraron ya con el guardameta abajo, charlando amenamente con los de su equipo, quienes no dejaban de cuidarle en caso de que su olor se intensificara dandi inicio a su celo y lejos de eso, que cierta persona intentara acercarse de nuevo. Estaba demás decir que Rafael estaba con la vista puesta en todos lados, con el semblante neutro, aunque sabían que por dentro estaba que explotaba de furia por lo que había pasado momentos atrás.

Momento del cual Guillermo no se enteró.

No se enteró que su ex novio estuvo apunto de aparecerse frente a él. Y así era mucho mejor.

Sin perder tiempo, se acercaron a él, siendo recibidos con una enorme sonrisa y un abrazo que los envolvió por completo.

— ¿Y ese milagro, Memo? — el más grande de los dos dijo, separándose. El guardameta lo miró extrañado.

Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora