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HUELE A TRISTEZA

La selección tricolor estaba feliz, emocionados, porque a pesar de que, terminaron en empates con la selección Polaca, fue un partido reñido, dieron lo mejor de sí, y sobre todo, tenían que agradecerle a su portero que paró ese gol seguro del de piel blanca, Lewandowski. Más que nada, estaban tranquilos, porque por lo menos, por esa ocasión, su propia afición no tiraría algún comentario que podría afectarle al alfa, lo que menos querían era hacerlo recaer o algo por el estilo.

Guillermo se sentía orgulloso, tanto por lo que había entrenado, por lo que se había preparado, hasta ese momento, iba dando resultados.

Los gritos, bullas, además de risas del camión de dicha selección era un caos. Sabían que era muy pronto para celebrar, pero vamos, eran mexicanos, eso no importaba, pequeños o grandes logros, merecían reconocerse por igual. Kevin ya estaba mucho mejor, al terminar el partido le ayudaron a ponerse un vendaje, el golpe no había sido grave, pero debido a que no podian permitirse ninguna clase de riesgos, mejor llamaron a un médico. Sus ojos vagaron por cada uno de ellos y todo pareció ir en cámara lenta.

Todos felices, emocionados, ese ambiente se sentía tan cálido, tan conocido, tan familiar. Que su alma no pudo sentirse mejor, ¿Cuánto tiempo había pasado desde que se sintió así? Casi sin poder evitarlo, una sonrisa triste se posó sobre sus labios, recordando todo lo que había sido, lo que era, repasó en todo lo que dejó de ser.

No pudo evitar sentirse tan triste.

Su vida había cambiado por completo, esas pequeñas cosas, pareciera que sin importancia, le regresaban el color poco a poco a su vida. Darse cuenta de lo mal que estaba, que había perdido todos los colores en él, sin duda, era doloroso.

Y esto no fue ignorado por nadie, todos ahí le iban observando, cuidando, sin que él lo notase, para que no se sintiera tan hostigado, pero ahora con el arquero desprendiendo un aroma más fuerte a tristeza, a todos, sin excepción, les preocupó, sin embargo, no era el lugar para tratar de hablar de aquello, Guardado les pidió que le dieran su espacio, una vez en el hotel hablarían, así, entre juegos y tratando de que el aroma del de rizos fuera menos fuerte, comenzaron a bromear, incluyéndolo.

Guardado lo miró por más tiempo, las palabras del médico no dejaban de darle vueltas en la cabeza.

Guillermo tardaría en recuperar su aroma, el que naturalmente su alfa liberaba, y mientras eso pasaba, seguiría oliendo a una melancolía y una tristeza profunda.

Sin embargo, había algo más que le preocupaba, el médico después de irse de ahí, se contactó con él, debían cuidarlo de todo, porque dicho olor sombrío podría intensificarse y de ser así en constancia, no podría volver a recuperar su aroma.

Y eso, sería el comienzo de todo lo peor.

— ¿Mañana hay entrenamiento? — Moreno se quejó, mirándo su celular.

— El Tata quedó de avisarnos hoy, debemos estar preparados pero no cansados— Andrés dijo, sobándose el cuello— Andando, que todos apestamos.

— Sobre todo Memo.

— Ora, qué huevos — miró indignado a Lozano.

— Hueles a perro rabioso mano.

Frunció el ceño, olfateándose disimuladamente. Debía admitirlo, olía extraño. Guardado soltó una carcajada ante la mueca en el rostro de su mejor mejor amigo, no podía decirle que ni a Lozano, sin embargo, estaba feliz, porque, bueno, ya no olía a perro triste.

Huele a tristeza | Ochoa x MessiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora