Cap. 17: Me incomoda.

2 0 0
                                    

¿Recuerdas bajo qué situación estaba yo antes de que llegaras?

Camila me estaba usando para evitar a Yanis, pero entonces llegaste tú y te convertiste en el centro de todos mis pensamientos, por eso, siempre que llegaba a casa del supervisor iba directo hacia ti así como Eider iba hacia mí, era raro el momento en el que no estábamos juntos, esto no significó que yo haya apartado a Camila, creo que ni tú ni yo considerábamos un problema que ella nos hicieras compañía, después de todo, si no nos molestaba que César se nos pegara como chicle algunos días cuando su novia de turno lo terminaba, mucho menos nos molestaría que Camila nos hiciera compañía, pero además de César y Eider, todos los demás parecían tener claras intenciones de dejarnos solos, como que ya se olían que nosotros nos gustábamos.

Esto le afectó especialmente a Camila, yo era su mejor amigo, era la persona con la que más pasaba el tiempo, quien mejor la conocía, con quien nunca había un momento de aburrición, pero de pronto, ella sintió una barrera provocada por el aura de estúpidos enamorados que tú y yo nos cargábamos y no se sintió con la confianza necesaria para atravesarla.

—Oye, hace un chingo de frío, sacaste a pasear tu corazón, ¿o qué onda? —le preguntó Camila a Yanis luego de que éste pasara por la sala, mientras ella estaba contándoles a César y a Alan sobre aquella barrera que sentía con respecto a nosotros.

—Vete a la mierda —masculló él sin dejar de caminar hacia la cocina.

—¿Qué te traes con Yanis? —inquirió César.

Ella frunció el ceño—. Estoy enojada con él porque el día de su cumpleaños... olvídalo, no tiene caso contártelo, eres un idiota.

César puso una mano en el pecho e hizo una expresión como si estuviera ofendido—. Perdón por ser un idiota. Prometo que un día me curaré.

—No lo creo —opinó Alan—. Lo idiota es algo inherente a tu esencia, a lo profundo, puro y auténtico de tu ser, por lo que lejos de quitarse, irá en incremento por siempre, hasta el fin de tus días.

—Wow, nunca me habían dicho tan sofisticadamente que jamás se me quitará lo estúpido, sonó tan genial que ni siquiera puedo enojarme. Bueno, continuando con nuestra conversación de hace rato. —Miró a Camila y la señaló—. Yo entiendo lo raro que es cuando recuerdas el momento en que conociste a alguien y no tenías ni idea del impacto tan cabrón que iba a tener en tu vida. Es bonito y está bien. Creo que ese es tu caso con Massiel, realmente lo quieres, ¿verdad?

Ella se sonrojó—. ¿¡Q-quererlo...!? B-bueno... sí, supongo, como amigo, obvio que lo quiero un montón.

—Es normal que estés celosa —aseguró Alan—. Ustedes se la vivían pegados, ahora que la pequeña Lucy apareció, Massiel tiene a otra persona a la que es cercano, es comprensible que tengas una sensación de que has sido reemplazada.

Camina señaló a César—. Entonces, ¿por qué este idiota le es tan fácil acercarse a ellos? ¿Por qué César no se siente reemplazado?

—Soy su hermano, jamás podrán reemplazarme —afirmó César con orgullo.

Alan suspiró—. Eso, y porque es un idiota, no es consciente de la atmósfera que hay entre esos dos.

—¿Atmosfera?

—Que se gustan, tarado —le explicó Camila.

—Ah~... sigo sin ver el problema —, se rascó la cabeza—, Camila, ¿te molesta que se gusten...? ¿Acaso te gusta Massiel?

—¡No! —gritó y levantó un poco el puño, como queriendo golpear a César, pero se contuvo—. Solo... me incomoda estar con ellos.

Camila continuó diciendo que lo que sentía era una mera incomodidad, no quería llamar a esa incomodidad celos, porque para ella, los celos eran un sinónimo de enojo y envidia, y el deseo de matar a una de las partes involucradas. Camila me quería un montón, te quería también un montón a ti, no sentía el deseo de asesinarnos, tampoco se sentía enojada, solo... se sentía un poco sola.

La eternidad en un mar de estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora