Esa misma tarde te dirigiste a la pradera en la que Johan te había visto discutir con Eitan semanas atrás. Tú sabías bien que la habías cagado con Eitan, él era tu único amigo... bueno, al menos tú lo considerabas uno, lo trataste mal y te resignaste a intentar recuperar su amistad, sentías que no la merecías. «Me siento de la mierda», Eitan te había dicho que se sentía así cuando estaba contigo, pero en ese momento, quien se sentía de la mierda eras tú, y ni siquiera podías decirlo, no te sentías con el derecho.
—L-Lucía... ¿estás bien?
Miraste hacia atrás y te sorprendiste de ver a Johan parado ahí.
—Ah —, comenzó a buscar entre sus bolsillo—... pañuelos, pañuelos... debería tener uno por aquí... pañuelos~...
—¿Q-qué haces tú aquí? —Te frotaste los ojos para limpiarte las lágrimas.
—Suelo venir a buscar insectos bonitos para mi hermana, y entonces... te vi llorando.
—No estaba llorando, no te preocupes. —Diste un paso hacia delante para huir.
—Oh... espera... un momento —, estiró su mano hacia ti—... ¡L-Lucía! ¡Espera! Uhm... Lucía... mocos...
Te detuviste.
Johan caminó hacia ti mientras te extendía un pañuelo y luego te miró sonarte la nariz—. ¿Ya estás mejor?
—¡Te dije que estoy bien!
—Ah... sí —, agachó la cabeza y jugueteó con sus dedos—, lo siento... es solo que... me preocupé...
Frunciste el ceño—... ¿De qué te preocupaste?
—Últimamente... te ves muy desanimada, y ya no vas a las clases de tu papá.
Lo miraste fijamente a los ojos y luego de unos segundos, ¡pum! Su rostro se enrojeció—... ¿Crees que quiero que seas amistoso conmigo? Me haces enojar, ¿sabes? ¡Eres el peor de todos! ¡Puedo cuidarme sola, así que vete! En serio...
—Lucía...
Apretaste los puños y lo miraste furiosa—. ¡Dije que te vayas! —Te arrepentiste de inmediato de haberle gritado, dejaste salir tus emociones otra vez y temiste que Johan te viera como una molestia, no podías ni mirarlo directamente.
—Lucía, ¿estás bien? —preguntó con preocupación—. No te ves bien, te ves pálida, ¿te duele algo?
—¿Por qué me miras así...? Me haces creer que de verdad estás preocupado. No confundas a la gente... me dan ganas de vomitar, ¿no puedes dejarme sola? Solo vete, me enojas —balbuceaste mientras tus ojos volvían a llenarse de lágrimas—. Agh... mis ojos... ¿por qué no puedo parar...? Mierda.
Te las arreglas para limpiarte las lágrimas y ver claramente por un segundo un nuevo pañuelo que te ofreció la mano de Johan, justo antes de que nuevas lágrimas te nublaran la vista, tomaste el pañuelo y dejaste salir aquella pesadez que llevabas dentro, lloraste como no hacías en mucho tiempo. La vez que yo más te he visto llorar, y me refiero ahora sí al Massiel que está escribiendo esto, fue cuando casi te caíste del techo de la casa del supervisor porque querías capturar una tarántula para mí, pero ni siquiera esa vez lloraste tanto como cuando lo hiciste con Johan.
Luego de que te calmaras, ambos se quedaron en silencio por unos minutos mientras se hallaban sentados en el pasto con las piernas cruzadas, uno al lado del otro, con un metro de distancia separándolos.
—Está a punto de anochecer... ¿no tienes que regresar a tu casa? —le preguntaste.
—Uhm... está bien, tú eres más importante. ¡Ah, pero me iré si te sientes incómoda! —aseguró nervioso.
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La eternidad en un mar de estrellas.
General FictionLa historia era antes conocida como: Un Camino Construido Sobre Ruinas En El Tiempo. En un mundo en el que tras el encuentro de una mujer con un Dios comenzaron a nacer personas con habilidades sobrehumanas, Massiel Eisenhide muere en la compañía de...