Cap. 78: No me dejes herirte más que esto.

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Luego de que mi bisnieto se marchara de aquí, abrí otro portal para ver un poco acerca de lo que pasaría de ahora en adelante, en especial, había algo en mí que necesitaba ver la derrota de Lucía, pero también estaba curiosa acerca de las demás personas allegadas a Massiel.

Recuerdo que antes de que Massiel muriera y llegara aquí, cuando Alan y Jano encontraron a Camila poco después de comprobar que Sandra había muerto, Lucía y Guilmer ya habían despertado, entonces Guilmer les dio la orden a Camila y a Lucía de regresar al hotel a descansar, pero solo logró convencer a Camila de que lo hiciera, Lucía se le pegó a Jano y ambos se adelantaron a buscar a Yanis y a Massiel con ayuda de unas linternas dadas por Alan para iluminar su camino, mientras tanto, Guilmer trató por varios minutos de convencer a Alan de que acompañara a ver a Miriam.

—Vamos, Alan, vayamos por tu mamá.

Él negó con la cabeza—... No... yo no voy a ir por ella.

—¿De qué hablas? Es tu mamá, ¿acaso no quieres verla?

—... Yo la vi —, desvió la mirada con el ceño fruncido—... nunca te lo dije, pero hace unos años, yo la vi en Kleidi con Tahiel y su hija. Papá, ella ya no te ama.

—Cállate.

—Tienes qué aceptarlo, mi madre no volverá contigo.

—¡Dije que te callaras! —gritó mientras golpeaba a Alan en la cara con tanta fuerza que él cayó al suelo y no tardó en notar sangre saliendo de su nariz—... Está bien... yo iré solo por ella.

—Lo siento, papá —dijo Alan mientras se pasaba el dorso de la mano por la nariz para limpiarse la sangre y lo miró con enojo—... pero incluso si logras convencerla de que vaya contigo, yo no voy a jugar a la familia con ustedes.

Guilmer dejó a Alan atrás, quien se apresuró a alcanzar a Jano y a Lucía, caminó hacia el cementerio y de ahí al hotel de color amarillo en el que Sasha le había dicho que se hospedaba Miriam

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Guilmer dejó a Alan atrás, quien se apresuró a alcanzar a Jano y a Lucía, caminó hacia el cementerio y de ahí al hotel de color amarillo en el que Sasha le había dicho que se hospedaba Miriam. Luego de averiguar en qué habitación estaba ella en la recepción, Guilmer subió hasta el 4to piso y tocó con sus nudillos la puerta con el número 403.

—¡Miriam! —la llamó—. ¡Abre! ¡Soy yo, Guilmer!

Ella se acercó a la puerta y se asomó por la mirilla para corroborar que Guilmer se encontraba al otro lado, entonces su corazón se llenó de miedo al verlo a él y no a Tahiel, y de inmediato corrió hacia su hija y la señora Nayla para ocultarlas en el baño, temía que Guilmer pudiera enfadarse si las veía y les hiciera daño, pero a pesar del miedo inmenso que sentía, se despreciaba a sí misma por pensar en Guilmer como el malo cuando años atrás, fue el hombre que amo, y el que quizás aún la amaba a ella.

Cuando Vanesa y Nayla terminaron de ocultarse, Miriam caminó hacia la puerta lentamente, y con la mano izquierda sobre su pecho para tratar de calmarse, dirigió su mano derecha hacia el pomo de la puerta para abrirla y enfrentar a su esposo.

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