Cap. 30: El último truco de magia.

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(Universo 2, E10, 66 años desde el nacimiento de los hijos de Junuem)

La noche antes de nuestra batalla contra REVENISH, Tahiel miró a la señora Miriam, quien estaba acostada a un lado de él en la cama, y notó un poco de nostalgia en su rostro.

—¿Qué tienes? —le preguntó y pasó sus dedos sobre la mejilla de ella.

Ella lo miró y forzó una sonrisa—. No es nada.

—¿A quién crees que engañas? Vamos, dime.

—... Solo —, miró el techo y empezó a juguetear con sus dedos—... estaba recordando el pasado. No es como que lamente estar aquí contigo, te amo, no me arrepiento de haberme quedado... pero no puedo evitar tener deseos egoístas y fantasear con una vida normal, una en la que tú y yo nos hubiéramos conocido en circunstancias normales, nos hubiéramos enamorado y viviéramos en Kleidi, sentados sobre el pasto, pescando en el río, visitando el centro del pueblo, comiendo una sopa de mariscos como solo la saben hacer en mi pueblo... estaba pensando que en esta época deberían de venderla muy bien.

—Sopa de mariscos... yo no sé cocinar otra cosa más que arroz quemado, la señora Simona podría —, hizo un mohín—... pero no creo que acepte hacernos ese favor... los demás tampoco saben prepararla.

—Lo sé, la única que cocina decentemente en esta casa soy yo —dijo riendo.

—Lo siento —soltó con un tono que reflejó su sentir de impotencia.

—Está bien. Más que una sopa de mariscos, lo que más me gusta son estos días pacíficos junto a ti. —Recargó su cabeza en el hombro de Tahiel.

Él se inclinó para besar la cabeza de la señora Miriam, y decidió que conseguiría esa sopa de mariscos sin importar qué, incluso si tenía que ir a Kleidi corriendo el riesgo de toparse con el supervisor. Al día siguiente, se levantó muy temprano y sacó a Ilhan de su habitación para que lo acompañara. Ambos fueron a Kleidi, preguntaron por restaurantes que vendieran mariscos y se dirigieron al más cercano. Ese día hubiera terminado tranquilo, si no hubiera sido porque en ese restaurante había un sujeto que los reconoció.

—¡Ese hombre trabaja para REVENISH! —exclamó señalando a Ilhan.

Tahiel miró con fastidio a su amigo—. Te he dicho que mates a todos los enemigos durante los enfrentamientos.

Ilhan se encogió de hombros—. Creo que tengo que recordarte que, desde hace un buen tiempo, tu poder dejó de funcionar en mí, así que a veces me dan ganas de desobedecerte, además, cuando suplican de forma tan humillante, me dan lastima, pero está bien, aprendí mi lección, no lo vuelvo a hacer. —Se giró hacia la señora que estaba empacando la sopa para llevar—. ¿Podría darse prisa?

—S-sí...

—¿¡Qué no me escucharon!? ¡Él trabaja para REVENISH! ¡Seguro el que lo acompaña también! —Volvió a vociferar el hombre con desesperación.

Tanto Tahiel como Ilhan guardaron silencio y dejaron que el hombre gritara lo que quisiera, las demás personas solo se limitaron a mirar, unas porque parecían no creer en las palabras del hombre, y otras porque sabían que, si ellos de verdad eran de REVENISH, si hacían algo contra ellos corrían peligro. La señora del restaurante terminó de empacar la sopa de mariscos y se la entregó a Ilhan.

—El amable hombre de aquí va a pagar por nosotros —dijo Tahiel señalando al hombre que no paraba de gritarles.

—¿¡Qué dices, pedazo de mierda!? —Aquel hombre, que tuvo la mala suerte de no saber que Tahiel era Tahiel, lo sujetó del cuello de la camisa—. ¿¡Quién eres para...!?

La eternidad en un mar de estrellas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora