Cap. 37: El Dios del Karma se durmió.

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En realidad, en una mansión como esa, la cual está repleta de sirvientes caminando de un lado a otro, era casi imposible que Sasha y yo no hubiéramos sido vistos, o que Romina hubiera bajado a hablar con Sasha sin levantar sospecha, pero el poder de Yanis ya había comenzado a actuar, así que esa situación fue posible gracias a que se consumieron bastantes de las plumas blancas que había en mí.

Mi primo y Romina se miraron con anhelo, especialmente él, habían pasado muchos años desde que la conocía, y hasta no hacía mucho, era incapaz de aceptar sus sentimientos por ella al estar cegado por la presencia de Arley en su vida, perdiendo a Romina, perdiéndose a sí mismo. La última vez que había escuchado la voz de Romina, ésta le susurró: «Deberías vivir tu vida como quieras, sin preocupaciones innecesarias», pero aquellos susurros tentadores solo incitaban a Sasha a buscar una libertad que era incapaz de encontrar. Supo entonces que la única forma de librarse de la pesadez de su corazón era encarando a Romina, pero no fue hasta ese día que tuvo el valor de ir a verla.

Y así, mientras yo me mantuve a cierta distancia de ellos, ese par habló sinceramente por primera vez, tenían demasiadas cosas que decirse, el tiempo no dejaba de transcurrir y aunque no habían sido interrumpidos gracias a las plumas blancas que había en mí, por mucha suerte que tuviéramos, era evidente que no podía pasar desapercibida la ausencia de la señorita Romina, tarde o temprano nos iban a encontrar.

A ver, no digo que lo haya hecho a propósito, ¿vale? Solo digo que es muy irónico que tuviéramos la muy mala suerte de ir un día extrañamente agradable, uno de esos días ni muy calurosos ni muy fríos, en los que uno se esta tan a gusto que te daba ganas de dormirte, más si has estado más de 3 horas esperando solo en completa aburrición en un camión.

—Oh, no. ¿Yanis se durmió? —te has de imaginar.

Así es, el Dios del Karma se durmió y nos dejó de brindar suerte. Y entonces nuestra mala suerte comenzó.

Finalmente, fuimos vistos por una sirvienta, y ésta alertó a los señores de la casa, quienes mandaron a llamar a los guardias de seguridad para apresarnos, con todas las enseñanzas que recibí de Jano sobre combate, estaba seguro de poder acabar con ellos... pero las cosas se tornaron diferentes cuando nos apuntaron con armas de fuego, por muy habilidoso que yo fuera, no podía contra más de 5 hombres armados, además de que temía que si yo me movía, pudieran hacerle algo a Sasha, y a ninguno de los dos se nos ocurrió hacer algo como una actuación y tomar a Romina de rehén.

La situación no mejoró ni siquiera cuando los padres de Romina supieron que uno de nosotros era Sasha, para ellos, mi primo era un completo extraño, así que no se tentaron el corazón para llamar a la policía para encarcelarnos por allanamiento e intento de secuestro.

Poco después de que ataran nuestras muñecas con una soga, Yanis despertó, la suerte volvió y la mayoría de los guardias salieron de la habitación en la que estábamos, supe que esa era nuestra oportunidad de escapar, pero lo principal era llevarnos a Romina, era por eso que habíamos ido, así que le susurré a mi primo que huyera con ella en el momento en que yo empezara a atacar a los guardias sin preocuparse por mí, puesto que con las plumas que aún me quedaban, era suficiente como para que yo me las arreglara para salir de algún modo. Él aceptó no muy feliz, pero sabía que no había otra manera, él era pésimo peleando y solo podía confiar en mí.

Ataqué a uno de los tres guardias que nos vigilaban con una patada en el estómago, ninguno de ellos estaba muy alerta, se confiaron solo por haber amarrado nuestras muñecas. Uno de ellos intentó tomar su arma luego de que noqueé al primero, pero logré derribarlo antes de que lo lograra, y el restante corrió detrás de Sasha luego de que este comenzara con su huida, pero no tardé mucho en alcanzarlo y detenerlo. Los demás guardias fueron llegando uno a uno, y uno a uno los fui acabando, mi primo y yo ya habíamos sido desatados por Romina y luego ellos se fueron juntos, yo traté de hacer un poco de tiempo y después corrí hacia la salida en el jardín, y ahí uno de los guardias logró atraparme, entonces vi mis brazos y me di cuenta de que estaban completamente libres de plumas. Entré en pánico, ¿se había terminado mi suerte?

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