Capítulo 5

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Pablo se sentía nervioso. ¿Acaso Lionel estaba interesado en él?
No dejaba de hacerle preguntas sobre su vida amorosa. ¿Estaba casado? ¿Cuántas parejas había tenido? ¿Estaba saliendo con alguien?

Había prometido tomar una sola copa de vino pero ya iba por la segunda de la noche. Necesitaba tomar fuerzas o alcohol y el vino estaba al alcance su mano.

Afuera, la lluvia continuaba; casi no había parado en todo el día.

Se levantó para caminar un poco y mirar las fotos que había en el living. Lionel estaba terminando de preparar la cena.

El lugar estaba repleto de fotos de los hijos de Lionel aunque las de Julián parecían predominar.

Se le pusieron los pelos de punta cuando se percató que Lionel estaba detrás de él.

– Esa foto – le señaló – es del bautismo de Juli, ese es mi hijo mayor con las primas. 

– Muy lindos te salieron – le comentó Pablo – el mayor se parece mucho a vos.

– ¿Entonces yo soy lindo? – lo cuestionó Lionel que aún continuaba detrás de él.

Pablo comenzó a transpirar de los nervios y podía sentir que el vino estaba empezando a hacer efecto.

Lionel soltó una dulce risa para aliviar el ambiente.

– Te estoy tomando el pelo, no me lleves el apunte – dijo poniéndole una mano en el hombro – llama a los chicos que ya vamos a comer.

Pablo asintió y una vez que se aseguró de que estaba solo, suspiró. Lionel lo estaba volviendo loco.

Él no solía ser así de tímido y vergonzoso pero ese hombre tenía algo que le movía el piso.

Dejó la copa de vino, ya vacía, sobre la mesa y fue a la habitación de Julián.

Cuando entró se encontró a Enzo sentado y sumiso mientras Julián le peinaba el pelo; era un milagro. Si se lo contaban, no sé lo creía.

– ¿Qué están haciendo, pequeños? – les preguntó con su dulce voz.

A Julián le costó un poco debido a su timidez pero al final pudo hablar.

– Le estoy haciendo un súper peinado a Enzi – el niño seguía con su dura tarea mientras hablaba.

– ¿Enzi? – Pablo estaba conteniendo las ganas de reír.

– Si te reís te meto una piña – le dijo Enzo sin mirarlo.

– Eeeh, cuanta violencia contra tu padre, nene, no te dije nada – Pablo estaba cargado de paciencia – en todo caso que no se entere tu hermano…

Julián ni siquiera se percató de lo que estaban hablando.

– Listo – le comunicó a Enzo – quedaste super genial, Enzi.

Pablo negó con la cabeza, se lo había enviado Dios, por fin alguien podía domar a la fiera.

– Bueno, ¿Vamos a comer? – les preguntó Pablo.

Ambos niños asistieron.

Antes de que pudiera decir otra cosa, Julián, se adelantó a hablar.

– Vení, Enzi, vamos a lavarnos las manos para comer – acto seguido lo agarró de la mano y se lo llevó al baño. Pablo no tuvo otra opción que fotografíar aquel momento.

Al ver que los chicos se las estaban arreglando lo más bien solos, se dirigió a la cocina para ver si Lionel necesitaba de su ayuda.

Cuando entró se encontró con una escena de película.

Un hombre hermoso cocinando. La espalda amplía de Lionel se marcaba a la perfección con aquella remera negra.

– ¿Necesitas ayuda con algo? – preguntó en voz baja.

Lionel no dijo nada; le hizo una seña con la mano para que se acercará.

Pablo no entendía pero se aproximó de todas formas.

– Proba – le dijo acercando la cuchara con salsa a su cara.

Pablo lo miró casi al borde del desmayo. Se sentía en una comedia romántica de los noventas.

Intentó tomar la cuchara pero Lionel se negó, parecía firme a sostenerla.

Pablo no tuvo más opción que probar.

– mmmm – dijo saboreando – muy rica.

– ¿Me estás mintiendo? – le preguntó con los ojos entrecerrados.

– No, en serio, está muy rica – dijo Pablo regalandole una sonrisa.

Se aceleró cuando Lionel se acercó a él de manera descarada. ¿Lo iba a besar?

Pablo cerró los ojos con fuerza esperando que juntaran sus labios pero el beso nunca llegó.
En cambio, sintió una textura un tanto suave en la comisura de la boca.

– Te manchaste – le advirtió Lionel terminado de limpiarlo.

– aah – le tembló la voz – gracias…

Pablo se sintió un poco decepcionado.

Durante la cena continuaron tomando vino. Luego continuo el postre y por último se pusieron a jugar juegos de mesa con los niños.

Enzo se enojaba cuando perdía y Julián le daba un beso en la mejilla para que se sintiera mejor. A lo último, Enzo, perdía de manera consciente.

Los padres se reían ante la dulzura de sus hijos.

Todo estaba perfecto, aquella noche parecía un sueño. Nada podía salir mal, ¿O si?

La luz se cortó de repente y sin aviso. No quedaron a oscuras gracias a las velas que Lionel había encendido anteriormente.

Una llamada entrante en el teléfono de Lionel los hizo pegarse un susto. Los cuatro estaban en el piso del living, sobre la alfombra.

– ¿Hola? – contestó Lionel, era su compañero y amigo, Alejandro.

– Che, ¿Se te cortó la luz? – se escuchaban risas y movimiento del otro lado – porque estábamos acá con Nico fumando… digo, eeeeh, tomando unas birras y casi nos morimos, se cortó todo a la mierda.

Se podía escuchar la risa de Nicolás y a Alejandro pidiéndole que se calle.

Lionel negó con la cabeza y largo un suspiro. No tenía dos hijos, tenía cuatro.

– Si, hace unos momentos se cortó, supongo que debe haber alguna rama contra los cables.

Ambos vivían en la misma zona, a pocas cuadras de distancia.

Lionel terminó rápido la llamada, sus amigos no estaban en las mejores condiciones.

Pablo se levantó y miró por la ventana, la lluvia caía con fuerza y tampoco había luz en la calle.

– Bueno, me parece que se van a tener que quedar a dormir – dijo Lionel con total tranquilidad – vos tomaste mucho vino y no hay nada de luz, no puedo dejar que vayas así a tu casa y mucho menos manejando. Es un peligro salir así.

Juli y Enzo estaban contentos, festejando por la pijamada de último momento, mientras que, Pablo, sentía ganas de vomitar y no por todo el vino que había tomado precisamente.

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Hasta acá lo dejo, hermanas.

Espero que tengan una linda noche ❤️

Gracias por leer y por sus comentario ❤️❤️❤️


corazón frágil (Scaloni x Aimar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora