Capítulo 7

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Lionel salió de la habitación con una sonrisa en el rostro.

Si por él era, podían adoptar un gato y vivir juntos con sus niños desde ese mismo momento. 

En su cabeza estaba grabada la imagen de Pablo con los ojos cansados, el pelo alborotado y los labios hinchados. 

"¿Cómo puede ser tan hermoso?" Pensó al mismo tiempo que suspiraba.

Aprovecho que Julián y Enzo dormían para darse una ducha rápida y cambiarse. 

Pablo, por su parte, seguía en la habitación, envuelto en las sábanas, deseando estar sobre el pecho de Lionel nuevamente.

Lionel, una vez que terminó de bañarse, fue a la cocina a preparar el desayuno. 

Tostadas con café para él y Pablo y chocolatada con panqueques para los pequeños. 

Estaba tranquilo, relajado y felíz. Una hermosa mañana de invierno, con un sol brillante luego de la tormenta. 

Se sorprendió cuando tocaron a la puerta. ¿Quién podía ser a esas horas de la mañana? Apenas eran las nueve. 

– !Buen día pimpollo¡ – gritó Alejandro entrando casi sin permiso a la casa. 

Alejandro tenía puesto unos lentes de sol y traía consigo un paquete de facturas. Nicolás estaba exactamente igual pero también llevaba una gorra al revés. 

– ¿Qué hacen ustedes acá? – les preguntó Lionel con una cara que era más de disgusto que otra cosa.

– Eeeh, viejo, ni un hola – se quejó Nicolás que ya se había sentado en la mesa de la cocina – que jodido que sos. 

Lionel no lo podía creer, su precioso y tranquilo sábado estaba arruinado. 

– Bueno, vamos poniendo el agua para los mates – dijo Alejandro corriendo a Lionel hacia un costado. 

– ¿Qué hace de lentes de sol acá adentro? Ridículos – Lionel se sentó en la mesa y abrió uno de los paquetes con facturas. 

– Mira, si nos sacamos los lentes de sol te vas a enojar más, así que elijamos el camino de la paz – le contestó Nicolás mientras se atragantaba con las facturas. 

Alejandro largó una carcajada. 

Lionel dejó caer su frente contra la mesa. ¿Acaso había matado a alguien en su vida pasada y este era el karma a pagar? 

Se levantó de golpe cuando escuchó a Pablo hablar. 

– ¿H-hola? – dijo un poco tímido. 

Lionel creía que iba a morir allí mismo, su ropa le quedaba enorme a Pablo. Parecía aún más diminuto. 

– Aaaaaah bueno, así te quería agarrar – le dijo Nicolás con una sonrisa burlona en la cara – ¿ Dónde lo tenías escondido a este lindo? 

¡Zas! Un golpe en la nuca por parte de Alejandro. 

–¿Este que? – le preguntó amenazante – no te hagas el vivo.

– No dije nada, no dije nada – le contestó Nicolás levantando las manos. 

– Eso, seguí comiendo calladito – le dijo Lionel. 

Pablo estaba parado, quieto, con cara de circunstancia, no entendía nada. 

– Hola, que tal, Alejandro pero si gustas me podés decir Beckham– le dijo el más bajito -- y el impresentable de acá -- señaló al hombre que estaba a su lado -- es Nicolás.

– Pablo, un gusto – contestó mientras se acercaba a la mesa. "¿Beckham?" Pensó. Esa gente era un poco extraña.

Lionel estaba contemplando rascarse la yugular con el primer cuchillo que encontrará. 

corazón frágil (Scaloni x Aimar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora