Final: primera parte

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El final del camino

Un año después.

"Hay una hora de la tarde en que la llanura está por decir algo; nunca lo

dice o tal vez lo dice infinitamente y no lo entendemos, o lo entendemos

pero es intraducible como una música... "

Pablo estaba sentado en la reposera con las piernas relajadas y un libro entre sus manos. De a ratos levantaba la vista para vigilar que todo estuviera en orden.

A su alrededor cientos de sombrillas y reposeras; la playa era un mar de personas al lado del verdadero mar.

El radiante sol caía sobre sus cabezas y calentaba la arena bajo sus pies. Era pleno enero. Pablo se había pasado los últimos dos meses planeando unas vacaciones familiares.

— Papi, Enzi y yo queremos un helado — Julián tenía la cara blanca como un fantasma. Pablo les pasaba protector solar a él y a Enzo cada una hora — ¡Papi! — tiró del brazo de su padre con fuerza para llamar su atención.

— Juli, no, ya te comiste cinco helados, te va a hacer mal — Lionel estaba concentrado, ayudando a Enzo a construir un castillo de arena.

El adulto tenía la espalda roja y pelada por el sol. Pablo le repitió una y mil veces que se pusiera protector solar pero Lionel había decidido ignorarlo. Pagaría las consecuencias de su terquedad más tarde y se quejaría como un niño.

— Pero yo quiero un helado... — rezongó y se sentó con los brazos cruzados — y Enzi también quiere — señaló a Enzo, quien estaba concentrado en enterrar sus pies por completo en la arena, lejos de querer otro helado o de prestar atención a la conversación.

— Enzo está jugando tranquilo y no quiere ningún helado — Lionel sonrió y le acomodó el gorro a Julián para protegerlo del sol — más tarde te compro pero ahora no.

Julián se puso trompudo. Estaba encaprichado. No le importaba si moría de indigestión comiendo helados, él quería continuar comiendo. Comer y jugar lo hacían muy feliz.

El niño entrecerró los ojos y analizó la situación; para tener cinco años era bastante observador.

Su padre estaba descartado, se había negado rotundamente a comprarle más helados y utilizarlo a Enzo de compañero de petición ya no le servía.

Miró a Pablo, el novio de su padre estaba debajo de la sombrilla, con los rulos alborotados por el viento. Negó rápidamente con la cabeza; sabía que Pablo también le iba a decir que no.

Julián estaba ofuscado; él solo quería un helado de chocolate y saltar las olas en la orilla, no necesitaba más en esos momentos.

Sonrió ampliamente al ver a la víctima perfecta; Leandro, el novio de su hermano, él no se iba a negar a comprarle más helado. Leandro siempre le daba todos los gustos y lo consentía.

— ¡Nene, nene! — corrió con sus cortas piernas hasta la sombrilla roja donde estaban Leandro y Paulo — cómprame helado — exigió sin más.

— Juli, basta de helados, te va a explotar la panza — Paulo estaba boca abajo, recostado sobre una lona de flores y con lentes de sol negros — y deja de decirle nene a Lean, ya sabes su nombre.

— ¡Nene, helado! — le tomó la mano a Leandro e ignoró a su hermano — por favor — lo miró con los ojos brillosos y un puchero en labios.

— Esto... — Leandro estaba sentado al lado de Paulo, también con lentes de sol oscuros — no se Juli... — miró a su novio de reojo — tu papá y Pau dicen que no...

corazón frágil (Scaloni x Aimar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora