CAPÍTULO 8

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Me encontraba supervisando que Maia desayunara mientras trataba de concentrarme en lo que Emma me decía, estaba muy estresada con la pronta llegada de Andrés.

¿Qué debía de decirle?

Algo de mi quería contarle la verdad, no había manera para aclararle la razón por la que vivía aquí a menos que... ¿y si le mentía? ¿si hacia creerle que en verdad Alessandro era mi novio?

Suspiré, resignada a contarle la verdad.

¿Cómo le podía pedir algo como eso Alessandro? Tendría que pagarle o darle algo a cambio...aah no lo sabía hasta que hablara con él. Pero...con que cara lo miraría después de lo de anoche, aun sentía la textura de sus labios sobre los míos.

—Maia, ¿estas bien? —me sobresalté cuando sentí su mano en mi hombro—. Lo siento, no quería asustarte, pero... ¿estás bien?

—Yo lo siento, Emma...solo estoy un poco preocupada, pero estoy bien, ¿Qué me decías?

—Acabó de llamar el joven Alessandro, dejo dicho que te prepararas para ir a la oficina.

Fruncí mi ceño, algo confundida.

—¿Por qué no me llamó a mí? —se encogió de hombros—. Está bien, mm me voy a cambiar, ¿puedes terminar de darle el desayuno Luci? debe comérselo por completo, aunque no le guste, es parte de su dieta.

Esta asintió y subí para cambiarme, ya estaba bañada así que sería rápido.

Me vestí con un pantalón de tela tiro alto de color blanco, un corcel algo transparente y una chaqueta, las mangas las recogí hasta el codo, todo esto lo acompañé con unos tacones negros y un bolso del mismo color. De accesorios un reloj dorado, una fina cadena e hice unas pequeñas ondulaciones a mi cabello.

Ya lista salí de mi cuarto y fui hasta la cocina para despedirme de Lucia, encontrándome con Alessandro, quien hablaba animadamente con ella.

—¿Y tendré amigos? —preguntó sonriente.

—Claro que sí pequeña, vas a tener muchos amigos.

—¿De que hablan? —los interrumpí, ambos voltearon a verme.

Apreté fuerte el bolso en mis manos, viendo como me recorría con la mirada.

¿Acaso no sabia disimular?

—Estas muy hermosa —dijo, se levantó de su asiento para acercarse hasta mí, haciéndome retroceder por instinto—. ¿Qué pasa? Solo quiero saludarte.

Acercó su rostro tanto, que pensé que me daría un beso, pero en lugar de darlo en los labios, me besó en la mejilla.

¿Por qué me sentía decepcionada? Tenia que aterrizar en la realidad.

—¿De...de que hablaban? —insistí, desviando mi mirada a Lucia.

A veces como en esta ocasión, me era imposible retenerla mirada. No podía.

—Como sus diálisis son en las noches, no hay ningún problema para que estudie. Así que la inscribí en uno de los mejores colegios, ya esta todo listo, bueno solo faltan algunos documentos que ya tu en el momento proporcionaras, el uniforme llegara en la tarde.

—¿Cuándo hiciste esto? —pregunté—. ¿Por qué lo hiciste sin siquiera consultarlo conmigo?

Había sonado molesta, aunque no lo estaba.

—Lo siento Maia, pensé que era algo que les gustaría y mas a Lucia —se excusó, estaba arrepentido y me sentí mal al verlo así. No había hecho nada malo.

REFUGIO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora