CAPÍTULO 23

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Abrí mis ojos levemente, siendo su gran y duro pecho lo primero que mis ojos veían, amaba despertarme de esa forma, entre sus brazos, su aroma penetrando mis fosas nasales, era mi lugar favorito en el mundo.

Después del día tan emotivo que tuvimos el día de ayer, nos fuimos a casa y la pasamos con Lucia, jugamos, hicimos postre, vimos películas, pasamos una linda y hermosa tarde en familia, ninguno de los dos volvió a tocar los temas que se hablaron en su oficina, ambos teníamos que procesar todo, ya después nos sentaríamos y hablaríamos con mas calma.

Pero había algo que no podíamos posponer. Teníamos que hacerlo muy temprano en la mañana y era ir a ver a Nico, moría por conocerlo, estaba tan ansiosa y con mi corazón en la mano, ni siquiera lo conocía, pero ya lo amaba, estaba dispuesta a darle ese amor y ese cariño de una madre que le faltaba. Tenía fe en que pronto despertara y alegra el corazón de su padre.

—Buenos días —un susurró ronco y sensual llenó mis oídos.

Subí mi mirada, dándome de cuenta que ya llevaba mucho tiempo despierto. Me había distraído con su cuerpo y por el rumbo que tomó mis pensamientos.

—Buenos días, amor —saludé sonriendo.

Su brazo en mi cintura ajustó mas su agarré y me alzó un poco, lo suficiente para estar cara a cara y que su boca quedara a centímetros de la mía...terminé con el espacio entre los dos y lo besé con urgencias, necesitaba mi dosis diaria de Alessandro, cada hora en realidad. Su lengua jugueteaba con la mía, haciendo mi interior vibrar, cada fibra de mi cuerpo se estremecía por él, solo por él.

Sabía que no era Esteban, él era mi esposo, alguien que jamás me dañaría, necesitaba dar este paso, dejar que sus caricias borraran y reescribieran unas nuevas. Estaba lista, lo sabía, pero antes de si quiera hacer algún movimiento, el se detuvo.

—No vamos por ahí, no existe prisa alguna... tenemos toda una vida para intentarlo —mi corazón se sobrecogió de ternura al escucharlo.

Mierda, él era perfecto.

Y era mío, sonreí y lo abracé.

—Tenemos que ir a un lugar antes del trabajo —me separé y me levanté—. Iremos a ver a Nico.

Su sonrisa se borró de inmediato y negó.

—No creo estar listo, tal vez —lo detuve, claro que estaba listo, pero por alguna razón tenia mucho miedo de verlo.

—Estaré a tu lado en todo momento, no me alejaré de ti —lo miraba con amor, necesitaba que entendiera que hablaba enserio, yo estaría ahí.

Pasaron largos y agonizantes segundos para que diera su respuesta. Sus ojos brillaban y entendí en ese instante, que él sería capaz de dar su vida por Nico, lo amaba, él había estado sufriendo en silencio todo este tiempo y nadie se había dado de cuenta.

—Sí —musitó, di pequeños saltos en mi lugar y me dirigí al baño. Teníamos que arreglarnos super rápido.

[...]

Cuando estuvimos arreglados, bajamos y nos unimos al desayuno, Emma y nuestra pequeña ya habían empezado, hablamos un poco y al terminar nos despedimos de beso. Lucia había dejado de estudiar por seguridad, seguiría desde casa, pero solo por este año, ella necesitaba tener amigos, relacionarse con niños de su edad y no únicamente con adultos.

En el camino a la clínica no dejaba de mover su pierna derecha y dar leves golpes en ella con su mano, estaba super nervioso.

—Basta —dije, entrelazando nuestras manos—. Dime que sucede, ¿siempre es así cuando lo vas a ver?

REFUGIO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora