CAPÍTULO 11

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Salimos del ascensor y negué.

—¿Por qué tendríamos que almorzar juntos cuando nunca lo hemos hecho desde que estoy trabajando aquí? —cuestioné, apurando el paso.

—Por esa misma razón —respondió simple—. Ahora, ¿A dónde y quien es el Ryan con quien comeremos?

Me detuve mirándolo muy seria.

—Ve e invita almorzar a tu querida Amelia, estará encantada de hacerlo y a mi déjame.

Continué caminando, pero su agarré en mi mano me detuvo.

—Estas celosa, yo estoy celoso y nada bueno saldrá de esto —acarició delicadamente mi mano—. Dejemos las estupideces, ¿sí?

—¿Estupidez? ¿Qué es una estupidez? —quise saber entre dientes, no perdonaría tan fácilmente el que me haya sacado de su oficina—. Iré almorzar con mi mejor amigo, ¿eso es una estupidez?

—Sí, lo es cuando tu novio no sabe quien es, vamos lo conoceré y cuando este seguro que no te vea como nada más, la próxima vez podrás ir sola...

Quise reírme en su cara, la situación era tan confusa como divertida. Esto era lo mas parecido a una relación.

—Alessandro...

Empecé a reírme sin poder aguantar, agarré su mano y salimos de la empresa, las personas empezaban a dejar su trabajo aun lado para vernos.

—¿Qué pasa?

Nos detuvimos y volteé a verlo.

—¿Cuándo me pediste que fuera tu novia? —me crucé de brazos enojada—. Hasta donde sé, firmé un contrato por tres meses para aparentar delante de la sociedad una relación, pero no cuando estemos solos...los dos...s-sin nadie que nos vea.

Él alzó una ceja y sonrió. Mi corazón se saltó un latido al ver lo hermoso que se veía con ese gesto.

Cálmate —me ordené a mí misma.

—¿Qué quieres decir? —preguntó en un susurró, agarrando mi cintura y trayéndome a él—. Dime.

Miré de reojo y Jeremy ya había llegado. Era mi señal para irme y callarme de una buena vez por todas.

—Nada, que tengas buen provecho cariño —no había traído tacones, así que me empiné un poco para darle un pequeño y rápido beso, para después salir corriendo hacia el automóvil y gritarle a Jeremy que arrancara.

La expresión en su rostro seria algo que jamás olvidaría, estaba tan sorprendido que había quedado con su boca levemente abierta.

Empecé a reírme sin parar, estaba por orinarme si seguía burlándome de Alessandro.

—A...Al Filinds, po-por favor —traté de hablar.

—Si pretende huir del señor Lombardi, lamentablemente tengo que decirle que no podrá.

Mi risa se detuvo de inmediato. El no seria capaz de decirle donde estaría... ¿o sí?

—Todo saldrá bien si tu no le dices donde estoy. Déjame una calle antes y ve almorzar lejos, eso ayudará —dije tranquilamente.

—Como tu ordenes —dijo simplemente.

¿Alessandro podría llegar a Filinds?

No, no lo creo...no había manera en que se enterara donde estaba yo, debía relajarme.

Una calle antes de llegar, se detuvo y me bajé con cautela, observando a cada lado para ver si lo veía entre las personas, pero no había nadie, él no me encontraría. Me relajé y me apresuré a llegar al restaurante.

REFUGIO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora