CAPÍTULO 12

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Era fin de semana, lo que significaba levantarme lo mas tarde posible, no quería hacer nada en el día de hoy y la pasaría entre las sabanas de mi suave cama mientras hacia una larga maratón de películas.

Eso haría si no tuviera una hija y un falso novio intenso, sin la capacidad de sobrevivir un fin de semana sin verme. Eran las ocho de la mañana cuando Alessandro entró a mi habitación y literalmente se acostó encima mío para levantarme, creí morir del susto, pero no.

Ahora me había bañado y arreglado para desayunar como una "familia" palabras de él, no mías. Estaba tan emocionado que, aunque estuviera enojada con el por levantarme temprano y de esa manera tan brusca, no podía reprochar nada.

Era la primera vez que Lucia tenia este tipo de despertar, su sonrisa en el rostro me hacia entender que estaba muy feliz con la situación y también yo lo estaba, aunque mi mente era un mar de confusión en este momento.

—¿Tú hiciste todo esto? —pregunté sorprendida, no sabía que cocinaba.

—Claro que sí, es fin de semana...toca —se encogió de hombros—. Además, mi mamá me enseñó, me dijo: No criaré a un hijo inservible, también aprenderás a cocinar.

Abrí mis ojos sorprendida, jamás había pensado algo así de su madre.

—No la imaginaba como ese tipo de madre —confesé, llevando un trozo de fruta a mi boca—. Que bien.

—Es una buena madre, solo que no esta en sus mejores momentos.

—Todo esta muy rico, amigo —opinó Luci, muy contenta con su plato de panqueques.

—¿Amigo? —inquirió confundido, viéndome para una respuesta—. ¿Por qué me dice amigo?

—Quería decirte papá, pero mamá dijo que no —respondió, sin darme la oportunidad de hacerlo

¿Tenían los niños un botón de apagado?

Alessandro frunció el ceño y chasqueó su lengua en desacuerdo.

—Cariño, claro que puedes decirme papá —se inclinó hacia ella y besó su frente—. ¿Yo puedo llamarte hija?

Respiré profundo y desvié mi mirada de la de ellos, no podía con la escena que tenia enfrente mío. Unas lagrimas rebeldes salieron y rápidamente las limpié.

—Sí, siempre quise tener un papá —se abalanzó hacia él en un fuerte abrazo.

Ok, ya no podía seguir viéndolos. Me excusé y fui hasta el baño.

—Cálmate Maia —me dije a mi misma. Sostenía con fuerza el lavado, tratando de no pensar de más, pero mi mente siempre había sido una traicionera y esta vez me hizo recordar el día donde todo en mi vida empezó a cambiar.

Flashback.

Llevaba varios días pensándolo y era lo mejor para mí, no podría seguir con alguien quien me engañaba en en mi propia cara y con mi propia prima, a un mes de nuestra boda. Mi corazón estaba herido, amaba tanto a Esteban y el verlos aquel día en su apartamento me destrozo, quería gritarles, golpearlos, pero solo salí de aquel lugar, corrí lo más lejos posible y lloré como si no hubiera un mañana.

Había pasado tres días de eso y no aguantaba, quería cancelar este compromiso, no me casaría con alguien quien no me amaba.

Toqué levemente la puerta de la oficina de papá y esperé a que respondiera.

—Entre.

Inhalé hondo y abrí, encontrándolo revisando unos documentos.

—¿Qué necesitas, Maia? —inquirió.

REFUGIO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora