CAPÍTULO 10

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—Tú no tienes ni voz ni voto, cállate —bramó.

No sé en que momento sucedió, todo había pasado tan rápido que no tuve tiempo de reaccionar y mucho menos las demás personas.

En un segundo Alessandro estaba a mi lado y en el otro se dirigía hacia el señor Smith demasiado furioso, ahogué un gemido cuando lo agarró de la camisa y lo alzó.

—¡Vuelve hablarle así a mi novia y las pagaras! —lo zarandeó varias veces, el pobre viejo se notaba aterrado.

Estaba atónita mientras veía todo. Había perdido los estribos, todos están igual de impactados que yo.

—¡Alessandro! —gritó su padre.

Fui corriendo hasta él para separarlos.

—Alessandro, no tienes que hacer esto. Vamosno, por favor —supliqué. Quería llorar, todo era mi culpa.

—Estas advertido —lo soltó y su mirada recayó en Amelia, la forma en que la había mirado...era una advertencia, entrelazó nuestras manos y nos fuimos en un total pero tenso silencio.

Aun cuando estaba manejando con exceso de velocidad no dije nada, ni siquiera tenia miedo, estaba a su lado y sabia que nada malo podría pasarme con él presente.

La manera en que había reaccionado, como me había defendido aun sabiendo que la empresa de su padre empezaba a cruzar por una delgada línea me emocionó y aterró al mismo tiempo. Él era capaz de ir contra quien sea para protegerme, algo que nunca me había sucedido...me sentía especial, pero si se comportaba de esa manera, si decía esas cosas eran porque tenía sentimientos y yo no podría corresponderlos.

—Tienes que casarte con Amelia —solté de repente cuando habíamos llegado a su casa.

Frunció su ceño y me miró confundido.

—¿Qué mierda estas diciendo? —quiso saber, al no tener respuesta de mi parte salió del automóvil.

—Tienes que casarte con Amelia —volví a decir en cuanto fui detrás del—. No puedes permitir que algo por lo que tu padre trabajo tantos años, se vaya al carajo.

Negó una y otra vez, viniendo hasta mí.

—Entiende algo Maia, es mi vida la que está en juego, ¡Mi vida! Y no le pertenece a mi padre, ni a los padres de Amelia y mucho menos a ella —aclaró enojado—. Yo seré el que decida con quien me casaré, el tiempo, todo.

Lo entendía, lo hacía, pero sentía que todo esto pasaba por mi culpa, tal vez si no fuera aceptado nada de esto estuviera pasando y el nuevamente estuviera con ella...pero mi Luci estaría peor, no podía arrepentirme cuando lo más importante para mí estaba mejorando.

—Lo entiendo, pero soy la culpable de todo esto —me señalé—. El señor Smith tomó esa decisión gracias a mí, todo porque tienes una novia, me defendiste como nunca nadie lo había hecho y lo valoro, te agradezco, pero...

—No hay ningún pero Maia —me interrumpió—. Mi papá tiene más empresas, mejores que esa y no le afectará en nada económicamente, ninguno de los dos puede chantajearme con algo que no es importante para mí.

Nos miramos por varios segundos sin decirnos nada. La tranquilidad que me transmitía me asustaba.

Él era un buen hombre, era difícil no sentir cosas cuando se comportaba de esa manera.

—No entiendo, Amelia ya terminó su relación... ¿por qué sigue esto? —nos señalé a ambos—. Posiblemente sus padres se peleen, eso los afectará a todos ustedes, ¿y por qué? ¿por una relación falsa? Solo estamos fingiendo, solo son tres meses y por esta mentira acabas de abrir una grieta entre ambas familias. ¿Por qué razón me propusiste esto?

REFUGIO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora