"Estamos bien" y una mierda, era claro que no lo estábamos y los dos días siguientes sin verlo me lo dejaban saber claramente, aunque solo había estado yendo a casa a cambiarme para de nuevo ir a la clínica a estar con los niños, me enteraba por Emma que él no llegaba a dormir y era donde me preguntaba... ¿en dónde se estaba quedando? Claramente mi mente me juba una mala pasada y pensaba que, con Amelia, algo imposible, pero después recordaba que no me contestaba los mensajes y volvía a considerar esa opción.
—Dime que tienes buenas noticias...por favor —supliqué, queriendo escuchar algo bueno en medio de tantos problemas.
—Son buenas noticias —afirmó sonriente, yo también lo hice y por primera vez en los días que mi pequeña llevaba en la clínica, pude respirar tranquila.
—Soy todo oídos —exclamé ansiosa.
—Lucia ha respondido muy bien al tratamiento, ya está todo controlado, puede irse ahora mismo.
—¿Y su cirugía? —inquirí—. ¿Qué pasara con las diálisis?
—Si haremos la cirugía, está programada para dentro de un mes —asentí, de acuerdo con lo que decía—. Con respecto a las diálisis, seguirá con ellas...ahora tendrá una dieta mas estricta...creemos que esa ha sido lo que desencadenó todo.
Me extendió un papel y empecé a leer todo, no estaba tan mal, pero ella era una niña y lo odiaría al principio, me dolía que no pudiera comer todo lo que quisiera, pero pronto lo haría...debíamos de hacer ese pequeño sacrificio. Decía debíamos porque al igual que ella, también llevaba acabo sus dietas, solo así ella comería y no se sentiría sola en su proceso.
—Muchas gracias, Joseph —lo abracé rápidamente y volteé a ver a Lucia, quien dormía plácidamente—. Ya mismo empacaré para irnos.
—Yo me encargaré de avisarle a Joseph —anunció, asentí y nos abrazamos por ultima vez—. Nos vemos pronto.
Cuando se marchó empecé a organizar todo en silencio, no quería despertarla y que se levantara de un muy mal humor.
Saqué mi teléfono para llamarlo y darle la noticia, pero no contestaba, tenía que verlo y saber que estaba bien, que aun creía en mi inocencia, necesitaba ir a la empresa.
Terminé de empacar todo y agarré entre brazos a mi pequeña, no tan pequeña, antes de irme pasé por la habitación de Nico, cerciorándome de que todo estuviera en orden, cuando rectifiqué que a si era, subí al ascensor.
Apenas salí una ráfaga de viento me golpeó e inhalé profundo, era algo loco que cosas como esta me encantaran demasiado. Divisé a Jeremy quien estaba de espaldas mientras hablaba por teléfono y me acerqué lentamente, tratando de escuchar la conversación, tenía una ligera sospecha de que hablaba con Alessandro.
—Sí señor Lombardi, lo haré en cuanto deje a su esposa e hija en casa —la confirmación a mis sospechas.
¿Por qué lo llamaba a él y no a mí?
Le quité el teléfono de la oreja un poco brusco e inmediatamente colgué.
¿Quería saber de nosotras? Entonces que viniera y viera por sus propios ojos, no tenía que estar enterándose sobre lo que sucedía con Jeremy, él no era su personal de recados.
—¿Por qué hiciste eso? —inquirió, al enterarse de que solo se trataba de mi y no de un ladrón.
—¿Preguntó sobre nosotras? —inquirí, asintió—. Por eso, ¿por qué no puede llamarme o venir a vernos? ¿acaso están tan ocupado que no tiene tiempo para su familia?
ESTÁS LEYENDO
REFUGIO DE AMOR
Teen FictionSituaciones desesperadas requieren medidas extremas y Maia Williams lo sabía en carne propia, la enfermedad de su pequeña y el alto costo de su operación habían orillado a Maia a una de las decisiones más trascendentales de toda su vida, pero haría...