CAPÍTULO 15

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Poder contarle una pequeña parte de lo que me había sucedido fue relajante, me sentí muy bien y como no, si estaba entre sus brazos, con su calor abrazándome el alma, pronto me animaría a terminar de relatar mi pasado.

Después de tanto llanto me sentía muy cansada, así que Alessandro había estado preparando la ducha para mí, estaba con una bata de baño sentada en la cama, mientras lo esperaba.

Mi mente pensaba miles de cosas por segundo, me sentía muy mal mentalmente. Los días oscuros empezaban a llegar, tenia que estar preparada para cualquier cosa, incluso para volver a verlo cara a cara.

—Maia —su voz me alejó de esos malos pensamientos—. Ven, ya esta preparado todo.

Agarré su mano que extendida y me dejé guiar, por otro lado, tenía el corazón encogido de tanta ternura, no me podía explicar cómo este hombre podría parecer el ser mas arrogante, pretencioso, mujeriego y ser lo mas tierno, amable, solidario y amoroso del mundo.

Él era una caja de sorpresas y me encantaba.

—Muchas gracias —susurré—. No tenias porqué hacer todo esto y...

—No digas nada —me dio un beso rápido—. Ahora solo entra y relájate... ¿puedo bañarte? —lo miré confundida—. Quiero consentirte, lavarte el pelo, un masaje, te prometo que no será nada sexual, solo quiero cuidarte.

Asentí, confiaba en él.

Se dio vuelta para darme privacidad. Me quité la bata y entré, en cuanto mi piel hizo contacto con el agua suspiré, su temperatura era la ideal.

—Ya puedes voltearte.

—Ahora relájate —dicho esto, agarró un bote y lo untó en sus manos—. Tengo que contarte algo, pero lo dejaré para mañana...no quiero que te estreses o enojes.

Cerré mis ojos y suspiré al sentir sus suaves manos en mis hombros.

—Me enojaré por el solo hecho de que no lo digas ahora mismo —repliqué. No podía decir que tenia algo por hablar y que mañana lo haría, no podría dormir.

—Sé como es Amelia, ella tratara de hacerte enojar y hablara de más. Así que quiero que sepas todo.

Fruncí mi ceño confundida.

—¿Por qué me haría enojar? —inquirí un poco distraída, los masajes que hacia eran todo lo que estaba bien.

—Ella irrumpió desde temprano en mi casa, fue hasta mi habitación y se acostó en mi cama, pero la saqué cuanto antes, me pidió desayunar juntos y no me negué, hacia el desayuno cuando Sofia llamaba, pensé que era del trabajo y le pedí que contestara...dijo que era del trabajo...me mintió por esa razón no pude llegar temprano. Lo siento mucho cariño, no volverá a pasar algo como eso.

No me enojé ni mucho menos tenía celos, no sabía si era por sus manos en mi cuerpo o por el hecho en que me había contado lo sucedido.

50 y 50.

—Hazlo siempre —susurré.

—¿Qué cosa? —musitó en mi oído, erizándome al instante.

—Hablar conmigo, contarme...cultivar la confianza en nosotros —sonreí.

—Tú también hazlo, por favor —asentí, lo haría, aunque eso me costara reabrir mis viejas heridas.

—¿Y no hablaron de algo importante? —curioseé

—Mmm no, solo trabajo nena.

No pregunté nada más, estuvo haciéndome masajes por varios minutos, después me echó shampoo en el cabello y lo lavó, mentiría si no admitiera que ese momento había marcado un antes y un después en esto que teníamos con Alessandro, algo cambió, él lo sabía y yo igual. Solo podía esperar que fuera lo suficiente fuerte como para poder con cualquier adversidad que se pudiera presentar en el futuro.

REFUGIO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora