CAPÍTULO 5

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¿Qué pensaban ellos? ¿acaso estábamos en el siglo quince o qué?

—Pensé que tenías un novio y aun así estas aquí, hablando de matrimonio con alguien que ya no tiene ningún vínculo sentimental contigo —entrelacé mi mano con la de Alessandro y sonreí—. Yo soy su novia, así que bájate de la nube en la que te has montado solita, ¿amor, le decimos?

Ambos me miraron confundidos.

¿Qué mierdas estaba haciendo? ¡peligro! ¡peligro!

—¡Detente! —gritó mi subconsciente, pero en realidad casi nunca le hacía caso.

—¿Qué cosa me tienen que decir? —preguntó de inmediato.

—Sí —dijo entre dientes—. ¿Qué cosa amor? —rio nervioso, jalándome de la mano y negando.

—La verdad es que no eres tan especial para saberlo antes que todos —dios, no me conocía—. Lo sabrás con el tiempo y si nos permites, tenemos conversaciones más importantes.

Nos despedimos. En cuanto estuvo lejos de nuestra vista, Alessandro empezó a caminar rápidamente, esquivando a todos lo que pasaban por nuestro camino. Fuimos aparar a un improvisado jardín, no había nadie.

—¿Le decimos? —inquirió bastante enojado—. ¿Qué querías decir con eso? ¿acaso quieres volverme loco? ¿o peor, ponerme en una situación peligrosa con mis padres?

Lo empujé y señalé enojada.

—No te vayas atrever a subir el tono de tu voz o te juro que me marcho, además un gracias no estaría bien, ¿no crees?

¿Por qué no podía agradecer y ya?

—¿Gracias? ¿Qué quieres que te agradezca? —exigió saber—. Solo tenías que aparentar ser mi novia, nada más, pero mira lo que has dicho...nadie puede ser tan bobo para no darse cuenta que le estabas insinuando que estamos comprometidos.

—No hacia eso —aclaré en defensa. Alzo una ceja incrédulo, cruzándose de brazos—. Está bien lo admito —alcé las manos rindiéndome—. Me pasé un poco, ¡está bien bastante! Pero alguien debía ponerla en su sitio, no sabes cuantas personas deben de estar agradeciéndomelo justo en este momento.

Miré hacia la fuente que teníamos en frente, necesitaba tratar de ocultar mi sonrisa, pero era claro que no podía. No me arrepentía de absolutamente nada.

Amelia quería rebajarme y se la devolví.

—¿Sabes que ahora encabezaras su lista negra? —agarró suavemente mi rostro, moviéndolo hacia él.

—Sí.

—¿Y que probablemente esto se lo cuente a mis padres?

¿por qué su mirada era tan intensa? ¿y por que se acercaba cada vez más?

—Sí —respondí.

—¿Así que tal vez no le agrades a mi madre?

—Sí.

—¿Así que ahora me darás un beso?

—SÍ

Su mirada se ensanchó, lo que me hizo detenerme un segundo a pensar lo que me había preguntado.

—Shh —llevó su dedo a mis labios—. Acabas de aceptar que te bese, así que no pondrás objeción cuando lo hagas, ahora vamos...necesito hablar con los accionistas.

[...]

Dos días después.

—¿Te gustó la película? —le pregunté a Lucia, quien no paraba de sonreí.

REFUGIO DE AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora