𝐂𝐚𝐫𝐥
No me dicen hacker o el chico malo de las redes sociales solo por fastidiarme o por tener un estatus importante dentro de mi mundo virtual. No. Lo hacen por una jodida razón y es que siempre encuentro lo que busco. Siempre.
Y a 𝘦𝘭𝘭𝘢, v...
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Carl
—Te amo, Carl —suspira satisfecha la belleza de mujer debajo de mí, después de haberla besado hasta dejarla sin aliento. Después de haberle hecho el amor.
Sus manos recorren mi espeso y largo cabello oscuro haciéndome gemir mientras que su boca me dedica una sonrisa que se conecta y se fusiona con mi corazón. Y mi amor por ella es un enlace al que no le veo fin, es intenso y placentero, una constante por un año en tiempo exacto.
En ella he encontrado a mi otra mitad y se lo dejo saber en todo momento: —Te amo profundamente, Kristen. —Mis palabras hacen que su lindo rostro se ilumine más y la beso de nuevo porque sus labios son la más perfecta secuencia que pueda existir.
Experimentar el sexo por primera vez y con ella hace unos meses atrás, hizo que mi vida pasara a un completo y nuevo nivel. Siempre la pienso, la deseo, pero también cuido de Kristen, aunque últimamente apenas nos vemos. Eso cambiará pronto porque en unas semanas más ambos iremos a la misma universidad aquí en Delta. Ella para comenzar su carrera en psicología, y yo para seguir estudiando lo que me apasiona, la informática en todas sus formas, ramas y tecnologías.
Nací para ello desde que mis padres me regalaron una computadora portátil a los nueve años y llevado por la curiosidad desmonté pieza por pieza y después la volví a componer, la que reparé yo mismo cuando se averió y me fascinó el que podía hacerlo. Me retó a seguir buscando y aprendiendo más y más. Tengo a los mejores padres del mundo porque ellos vieron mi potencial y me ayudaron a desarrollarlo, a alcanzar las metas que me proponía llevándome a tomar clases o a campamentos de verano que tenían cualquier tipo de curso informático en sus ofrecimientos. Y ya tengo en mi currículum varios aprobados. Mi tío también fue y sigue siendo una gran inspiración para mí, y cuando conocí el internet, me atrapó la red, me llevó hasta el fondo y hasta el día de hoy no puedo ni quiero salirme de ella. Programando, configurando, encriptando...hackeando, pero solo pequeñas cosas, como cambios de calificaciones en el arcaico sistema electrónico escolar. Hasta con los ojos cerrados puedo entrar, hacer mi magia, salir, y terminar con los bolsillos llenos de dinero que me pagan mis compañeros por ayudarles. Tengo diecisiete, y también una tarjeta de identificación falsificada que yo mismo hice e imprimí para poder entrar a cualquier bar o discoteca a tomar alcohol y a fumar con mis amigos. Está mal, sé eso, y si mis padres se enteran se defraudarán y me desheredarán, pero este mundo cibernético es muy evolutivo, competitivo, y muy caro también, y necesito piezas, equipo, aparatos de última generación y efectivo para pagar las facturas de luz e internet que llegan mes tras mes en la pequeña habitación trasera de la casa de mis padres. Soy un buen chico, un tanto ambicioso, pero bueno al fin y al cabo. Y ahora soy un hombre muy enamorado.
Amo a Kristen, mi teclado, mis auriculares de alta gama y estar conectado al internet. Y en ese mundo virtual, soy otro. Apenas como y duermo. Me pierdo por días metido en mis programaciones, secuencias y códigos. Y soy bueno. El mejor en mis clases. Un hacker de primera categoría, eso dicen sobre mí, aunque no acepte tal cumplido porque aún me falta mucho por aprender. Varias universidades aquí y fuera de esta ciudad me quieren y hasta tengo un puesto asegurado en el Departamento de Defensa del Gobierno cuando me gradúe de la preparatoria, pero elegí quedarme en Delta.
