Capítulo 25

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Ellie

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Ellie

Experimentar tanto placer debería llevar una etiqueta de advertencia antes de lanzarte en ese terreno inexplorado, profundo y ardiente entre las sábanas, en la ducha o sobre cualquier superficie resistente en la que este hombre insaciable me ha tomado sin ningún tipo de reparos y siempre con protección. Carl me exige, me lleva y quiebra mis límites. Y le doy todo. He perdido la cuenta de las veces en las que hemos intimado tan fogosamente porque él no me da tregua. Me busca, me besa y me toca dejando un fuego constante por donde quiera que me acaricia, una llama que solo él puede apagar. Y esta semana juntos me ha hecho entender por qué tanta fascinación por el sexo, porque yo misma estoy delirando con cada encuentro.

Mi cuerpo tiene las marcas de su propio éxtasis expresado en suaves mordidas y chupetones, las que nunca pensé que vería sobre mi piel, pero ahí están como demostraciones de cuanto me desea Carl.

—¿Estás conmigo, nena?

—Sí —afirmo cerrando la voz de mis pensamientos para disfrutar como siempre de sus hábiles atenciones.

—Esa respuesta no me convence. Oh, dulce Ellie, tendré que tomar medidas más drásticas para que te concentres —chasquea su lengua, la que hace tan solo unos segundos atrás estaba devorando mis pliegues sin piedad, tan hambriento que estoy a punto de cruzar el dulce olvido por segunda vez desde que llegamos aquí porque la primera me tomó contra la pared de cristal polarizado nada más llegar, apenas teniendo tiempo para ponerse el preservativo y entrar en mí con un gruñido salvaje. Y se movió tan rápido, duro y preciso que me sacudí en sus brazos en tiempo récord gritando por tanto placer que me recorría.

—¿Cómo cuáles? —apenas debato entre jadeos, mi cuerpo palpitante, sudando y vibrando al son que solo él dirige con esos ya conocidos talentos suyos. Su risa perversa y sensual me estremece de buena manera y se arrodilla sobre la cama, agarra uno de los preservativos que hay tirados a nuestro alrededor, lo abre y se lo pone con agilidad experta—. Sigo esperando por ese movimiento radical —alzo mi ceja, mis codos apoyados sobre la cama y mis mejillas sonrojadas por mi atrevimiento.

Pero a Carl le fascina que cada vez sea un poco más osada, me sonríe travieso mirando con avidez mi cuerpo desnudo.

A pesar de que me advierte, su voz me acaricia como la seda: —Nunca tientes con fuego a un Dragón porque vas a quemarte. —Y en un raudo movimiento toma mis caderas, me arrastra hacia las suyas y coloca mis piernas sobre anchos y esculpidos hombros.

—¡Ah! —grito por la sorpresa, pero después chillo al sentir su punta roma entrando y saliendo de mi húmedo canal. Es lo único que me da, solo unos pocos deliciosos centímetros que rozan de manera increíble mi punto G. El que descubrí con él y ahora lo atormenta como quiere—. Más —pido, pero desde su altura sobre mí me lo niega mirándome embelesado y tan excitado. Alzo mis brazos sobre mi cabeza para agarrarme de la sábana porque estoy enloqueciendo ante tanta delicadeza y lentitud—. ¡Por favor! —cierro mis ojos y uno mis labios para que ya no escuche mis gemidos.

Conectado a ti (Dragon's Family Series #4) CorrigiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora