Ellie
—Santo Cristo Redentor. ¡Eres tan bonita! —Es lo primero que dice con gran emoción la mujer de ojos amables cuando abro la puerta de mi apartamento. La que es casi de mi misma altura, vestida con un estilo hippie moderno que me encanta y que se identificó como la madre de Carl.
Oh, rayos. No entiendo por qué de repente me siento nerviosa al conocerla por primera vez, pero obviamente Byte no, él salta de alegría al verla mientras ella lo acaricia y le habla con amor, diciéndole cuánto lo extraña.
Un poco sonrojada, le agradezco el cumplido: —Gracias. Ya sabe quién soy, pero me gustaría presentarme —extiendo mi mano—. Me llamo Ellie White, pero por favor pase, señora Knight.
Murmura algo incomprensible mientras agita su mano y me hala en un cálido abrazo que primero me asombra, pero luego me llena de añoranza, y más cuando Ophelia huele como a lo que se supone es un hogar dulce hogar. Y eso me hace sentir bienestar.
Se aleja y me mira con una sonrisa entusiasmada: —Y yo soy Ophelia, y me gustaría pasar para charlar más contigo, pero no quiero molestarte. Solo vine por Byte y a traerte un delicioso almuerzo —explica con una contenta voz cantarina, y me tiende una fiambrera plateada que tomo.
Su gesto de alimentarme me conmueve profundamente, y no sé qué preparó esta vez, pero los deliciosos aromas levantan rápidamente mi apetito porque es la una de la tarde y aún no he almorzado.
—Nunca sería una molestia y es un placer conocerla, señora Knight. Carl y Dylan tenían razón porque su comida tiene algo muy especial y me atrevo a decir que hasta es sanadora. Hace mucho que no disfrutaba de cenas caseras tan deliciosas.
—Ah, Dylan es un niño grande y es como otro hijo para mí. ¡Daniel y todos en el club lo son! Y mi Carl —suspira en una mezcla de orgullo y sentimiento—, es todo lo que siempre anhelé en esta vida, y verlo feliz es también mi felicidad. ¡Y me encanta que te encante mi comida! Y no aceptaré que pases hambre mientras estés por aquí, linda jovencita —me señala con su dedo y rio por lo bajo—. ¿Carl te habló de la habitación que ya te habíamos preparado en nuestra casa para tu estancia en Delta?
Eso me sorprende. —No específicamente sobre eso, pero sí me dijo que usted y su esposo me ofrecieron su hogar. Gesto que agradezco de corazón, pero no quería molestar. —Me disculpo sinceramente.
—Comprendemos eso, mi niña. Necesitas independencia, tranquilidad y estabilidad, pero también necesitas compañía, y en nuestro hogar la encontrarás. Siempre serás bienvenida, ¡no importa la hora! —exclama.
—Lo agradezco —afirmo riendo por su afán y conectando con ella de inmediato porque es encantadora y me agrada su vivaz personalidad—. Lo tendré en cuenta.
—Hazlo por favor, y mi Phillip quería venir a conocerte, pero recibió una llamada del supermercado en pleno almuerzo y tuvo que correr. ¿Cómo se está comportando Byte? Era solo un cachorro cuando Carl lo encontró solito a la orilla del camino en uno de sus viajes de carretera y lo metió dentro de su chaleco hasta que llegó a casa —lo acaricia de nuevo.
Un chico tatuado y atractivo con sonrisas roba oxígeno que rescata cachorros abandonados, habla mucho de lo que hay en su alma y es la imagen perfecta que derrite el corazón de más de una chica. Indudablemente que el mío se hizo gelatina cuando me dejó a Byte y me contó eso mismo que dijo Ophelia.
Acaricio al tierno rottweiler con una mano y respondo: —Es maravilloso y muy cariñoso. Nunca había tenido un perro antes y de seguro que él no ha protegido a una adicta como yo, pero estamos adaptándonos muy bien, ¿verdad que sí, Byte? —lo llamo y él gruñe y jadea contento. Tener su compañía y amor incondicional, es medicina que cura. Y también es tener un pedacito de Carl acompañándome.
—Ellie —nombra Ophelia decidida, y cuando la miro, tiene una expresión de pura felicidad en su rostro. A decir verdad, la ha tenido desde que le abrí la puerta.
—¿Si?
Me abraza de nuevo, esta vez sintiéndolo diferente, pero lo entiendo mejor cuando me suelta y me mira: —Reviviste algo maravilloso en el corazón de mi hijo y por eso tienes mi profundo y eterno agradecimiento. Confía plenamente en mi Carl, él es un protector innato, lo hace con quienes de verdad le importan, con los que de verdad conectan con él, y no podrás estar más segura que a su lado. Mi chico cuidará bien de ti, Ellie.
Ya lo está haciendo.
A pesar de lo que supone para él. Dolorosas remembranzas con Clayton...y también con Kristen.Sus solemnes palabras arrojan otro rayo de luz sobre ese pasado de Carl que quiero conocer para ayudarlo y devolverle lo que ha hecho por mí. Y confirmo que a su lado encuentro tranquilidad, seguridad y una conexión inexplicable con cada mirada, con cada toque, con su abrasadora proximidad y sus cortos besos, los que he extrañado estos días haciéndome fantasear en mis solitarias noches, preguntarme cómo sería un beso lento, largo y apasionado suyo. Y en mi pecho, el corazón da un gran vuelco al pensar en seguir teniendo todo eso, en íntimas posibilidades que me sonrojan, me humedecen, y en pasar mis cuatro meses restantes en Delta con Carl Knight.
—Eh...
—Oh, sí, y ya debemos irnos, cariño, pero te recuerdo nuestras puertas abiertas para dormir, conversar, desayunar, almorzar o cenar. Siempre cocino demás, pero nada se pierde y todo lo reparto porque la vida es una sola y hay que dar para recibir, ¡y amar mucho! —rie dichosa.
Guardo ese consejo sobre la vida, y su bonita vibra me rodea, sabiendo de su empatía por los desamparados de la calle, personas invisibles para muchos, pero no para Ophelia que comparte sus alimentos con ellos. Una acción que me hace admirarla y entender el proceder de Carl. Él tuvo una buena crianza con unos padres maravillosos como guía, y Samantha tenía razón ese día en la fiesta del bar, porque él sí es locura con su madre, se nota cuando habla con devoción sobre ella y su padre. Me entristece que yo no pueda hacer lo mismo.
—Gracias, y también es bienvenida a visitarme de nuevo, señora Knight. —Mi sonrisa es cálida.
—Por supuesto que vendré, Ellie, ¡y más cuando haga alguna comida especial para que seas la primera en probarla! —suelta riendo, y entonces antes de irse con mi amigo Byte, agrega algo que me deja pasmada—: Y por favor, dime siempre Ophelia. Al ser la novia de mi hijo, ¡ahora somos familia!
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Conectado a ti (Dragon's Family Series #4) Corrigiendo
Romance𝐂𝐚𝐫𝐥 No me dicen hacker o el chico malo de las redes sociales solo por fastidiarme o por tener un estatus importante dentro de mi mundo virtual. No. Lo hacen por una jodida razón y es que siempre encuentro lo que busco. Siempre. Y a 𝘦𝘭𝘭𝘢, v...