𝐂𝐚𝐫𝐥
No me dicen hacker o el chico malo de las redes sociales solo por fastidiarme o por tener un estatus importante dentro de mi mundo virtual. No. Lo hacen por una jodida razón y es que siempre encuentro lo que busco. Siempre.
Y a 𝘦𝘭𝘭𝘢, v...
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Carl
Estaciono mi Harley Forty-Eight, apago el motor y me quito el casco y los guantes. Desde que recuerdo, siempre que entro al supermercado de mi padre, siento las miradas de curiosidad, otras sin ningún tipo de disimulo y hasta escucho bajos suspiros cuando me ven caminar para ir a su oficina.
Él debe estar ahí porque no lo veo por los alrededores. Saludo y hablo con algunos conocidos, buenos amigos de mi padre que me han visto crecer y sigo caminando. Nunca salí con alguna empleada porque en mi adolescencia mi mundo era la tecnología y mi hermano Clay. Después todo giró en torno al club con mis hermanos Dragones, y ahora se mueve únicamente por mi chica Ellie White. Ella es la razón por la que respiro y me levanto todos los días. Es por lo que vine a hablar con mi padre.
Entro sin tocar. —¿No estás abajo?
—¡Carl! —se levanta de su escritorio para abrazarme, lo abrazo más fuerte—. Como ves, hoy toca papeleo —me explica y asiento.
Nos sentamos. —¿Necesitas una mano?
Sacude la suya para quitarle importancia. Este trabajo lo es todo para él y todavía no piensa jubilarse. —Todo está bajo control, pero noto algo en ti que no lo está.
Mi padre al igual que mi madre detectan mis códigos desde que nací. Y es cierto, estoy un poco ansioso. Del bolsillo interno de mi chaleco, saco la pequeña caja blanca forrada en terciopelo que acaban de darme en la joyería Martin y la dejo abierta sobre el escritorio.
—Oh, hijo —Él comprende enseguida al ver el brillante anillo—. No tengas dudas por el pasado, Ellie va a decirte que sí y no va a huir a Liberty. Ella te ama con el alma y el corazón, ama la vida que está compartiendo contigo y se nota a simple vista cuando están juntos.
—Sé eso, papá, y estoy seguro como nunca de mis sentimientos por ella. Son solo estúpidos pensamientos, porque dudas no tengo.
—No son estúpidos, somos humanos y es normal que nos asalten los temores aunque sean pequeños. Hiciste este mismo proceso una vez y salió mal, lo hiciste con un corazón enamorado que destrozaron después, pero tu dama no es... —Mi padre tiene una mirada recelosa—. ¿Kristen sigue molestándote? ¿A Ellie? ¿Es eso?
—No —niego vehemente—. Ella y su esposo superaron su crisis matrimonial y se mudaron a Chain. En parte Ellie lo lamenta porque Clooney es un psicólogo excepcional y la ayudó a superar cosas que ella pensaba no lograría y le está muy agradecida.
—Entonces Kristen superó la obsesión que tenía contigo.
—Seh, el doc hace verdaderos milagros. Es solo que cuando el señor Martin me entregó el anillo, no pude evitar tener un maldito deja vu, pero el rostro sonriente de Ellie llegó a mi mente y me rescató. Ella siempre me salva y quiero que sea mi esposa en el papel —afirmo contundente y extrañándola, amándola, aunque la haya visto esta mañana antes de irse para seguir trabajando con cada detalle de la inauguración de su fundación. Tengo planes, pero primero siempre será ella.
