𝐂𝐚𝐫𝐥
No me dicen hacker o el chico malo de las redes sociales solo por fastidiarme o por tener un estatus importante dentro de mi mundo virtual. No. Lo hacen por una jodida razón y es que siempre encuentro lo que busco. Siempre.
Y a 𝘦𝘭𝘭𝘢, v...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Carl
Ajuste de Cuentas 4
Estoy frente a mi enemigo y siempre tuve la certeza de que algún día nos veríamos de nuevo. Juro que esta será la última. Su cara petulante sigue igual a como la recuerdo, excepto que tiene un notable arañazo en el lado izquierdo que fue hecho con rabia. Algo dijo o hizo. Y ella reaccionó. Cyril tiene la osadía de sorprenderse al verme porque fue atrapado en su propio juego informático. Lo miro salvaje y con una furia tan letal que por un nanosegundo puedo ver en sus caracteres cuánto me teme en estos momentos. Debería. Porque voy a acabarlo.
Miro de reojo a Ellie en el suelo atada de pies y manos, pero el alivio y la esperanza están escritas por todo ese bello rostro que extrañé con desesperación. Permanezco imperturbable y aunque la ira me ciega, logro controlarla, pero en caso de que no lo haga, mis hermanos tienen mi espalda.
—Predecible que intentaras de nuevo acusarme de robo. —Mi tono es gélido.
—¿Cómo...? —Cyril está tieso, furiosamente atónito.
—Fácil. Creé un programa que desvía cualquier intento como ese o parecido en mi contra. —Cuando su mandíbula se aprieta y sus ojos no pueden ocultar la envidia, añado—: ¿Celoso?
—¿Cómo me encontraste? —habla con frialdad.
—A ti no —espeto con una mordacidad en mi tono—. Estaba buscando a una hermosa ladrona y la encontré.
No la miro, pero escucho el gemido lastimero de Ellie detrás de Cyril seguido de pequeños sollozos de desconsuelo. Lidiaré con ella después. Oh, sí.
Señala su computadora. —Se supone que nada ni nadie traspase el sistema de seguridad que yo mismo diseñé y actualicé nada más salir de mi encierro, y se supone que estabas en un bar de mala muerte divirtiéndote con una zorra, pero identifico el excelente truco de transmisión indetectable que usaste. Diablos, hasta pensé que tenías un gemelo que desconocía —bromea con dureza.
—La droga que sigues usando ha empeorado el funcionamiento de tus tan preciadas neuronas. Fue tan sencillo como hacer una grabación en el bar de mi club y colarla en tu sistema tan infalible, pero obsoleto, porque si se te olvidó, permíteme recordarte que la tecnología evolucionó desde tu última conexión en la red y tenías muy poco tiempo para actualizarte. Y ya quisiera tener un gemelo. Doble cerebro, doble de triunfos y un doble y jodido dolor de cabeza para ti.
Resopla. —Uf, un ataque karma, ya veo —conviene furioso, celoso, porque una vez más lo sobrepasé—. Nunca has sido bueno con un solo cerebro, dos sería una calamidad, Crow, pero ahora permíteme informarte que tu tan preciado SABLE es mío. Tu exmujercita lo robó para mí y al igual que Kristen te dejó como el perdedor que eres por mentirle, por estar ligado a clubes ilegales y peligrosos que apuñalan en venganza y por la causa. Me encantan las chicas inteligentes, Ellie lo es, supo que soy el ganador y vino conmigo —habla triunfante y bloqueo cualquier tema que tenga que ver con lo que hizo ella—. Estuve viendo muchas secuencias incorrectas mientras lo depuraba, ¿pero qué se puede esperar de un programador mediocre como tú?