Capítulo 23

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Carl

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Carl

Dejo el chaleco en el respaldo de la silla frente a la cómoda y pongo los condones sobre la mesa de noche justo al lado del diario de Ellie y debajo de la tenue luz de la lámpara. Ella está en el baño, sabe que estoy aquí, y no tengo ni pizca de curiosidad por saber las cosas que ha escrito en esa libreta porque mi mente no deja de pensar en los secretos que guarda cada curva de su suave cuerpo.

No la he visto en tres días porque su confesión en el globo aerostático y a tres mil pies de altura me desprogramó de una forma que si me acercaba a ella sabiendo sus deseos, dudaba en poder controlar mis impulsos. Y mi pene no deja de recordarme cuán listos estamos y cuánto hemos esperado por la rosa White. Me rio de mí mismo al notarme un tanto nervioso cuando nunca me pongo así cuando voy a follar con alguna chica. Y es porque Ellie no es ni será una de ellas. Y mi mente también me recuerda que debo ir con cuidado, no solo por todo lo que le ha pasado, sino porque no debo involucrarme más de la cuenta. Cosa que es preocupante porque he traspasado mis propios límites, he roto mis propias reglas, pero que me condenen si voy a echarme para atrás. Después pensaré en las consecuencias, no hoy, que estoy a punto de entrar a la Matrix y conocer a mi propia diosa.

Deseo a Ellie White con desesperación y como nunca he deseado a alguien en toda mi vida. Nada se compara con lo que estoy sintiendo en estos momentos mientras la espero. Nadie se compara con ella porque es única, real y tan deliciosa que mi boca saliva ante el hecho de que podré saborearla de un momento a otro. Me paseo por la habitación con mi ropa aún puesta después de una ducha rápida en el club, recordando lo poco que he visto de su cuerpo y que no he podido deleitarme con la forma de sus largas piernas, aunque sí las he sentido alrededor de mi cintura, pero cuando Ellie abre la puerta del baño puedo verlas, junto con una pequeña parte de la piel de sus muslos que el albornoz blanco me deja ver. Y mi polla se endurece ante tanta cremosidad y perfección mientras me acerco a ella, recostada del marco, sonrojada por la ducha y con una sonrisa tan dulce que se me dificulta jodidamente respirar.

—¿Qué hay, nena? —le sonrío apoyando mi brazo en el marco y sobre su cabeza. Inclino la mía para darle un par de besos lentos.

—Lo usual —se encoge de hombros, su lengua asomándose para saborear el beso que deje en sus labios—. Lecturas, correcciones y ediciones. ¿Qué tal tu día, chico hacker? —sube su mano derecha por mi pecho en un movimiento lento y calculado que me excita más—. ¿Qué cosas interesantes has encontrado?

Rio en silencio. —No encontré nada porque cierta belleza se metió en mi mente desde que me confesó que me quiere en su interior y con ello saboteó mi investigación y ya no pude concentrarme una mierda. 

—Pobrecito, eso suena a cortocircuito. ¿Sabes algún remedio para eso? —Sus uñas arregladas acarician los cabellos de mi nuca haciéndome ronronear. 

—Oh, conozco muchos antídotos que me harán sentir bien —Mi dedo se desliza por la abertura de su albornoz y recorro la forma de sus apetecibles y suaves tetas—. El primero de ellos eres tú. Toda tú, Ellie, y te disfrutaré por partes. Tengo toda la noche para ello. ¿Estás lista para mí, nena?

Conectado a ti (Dragon's Family Series #4) CorrigiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora