Capítulo 3

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Ellie

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Ellie

Rosas. Son tan hermosas y estoy rodeada de ellas. Su olor es tan dulce y cautivante que no quiero dejar nunca este lugar porque es mi escondite favorito. Es en donde me siento en paz. No puedo dejar de reír por la inmensa felicidad que aflora en mi pecho. Y danzo dando vueltas, mis brazos extendidos y mis ojos mirando al cielo. Es tan azul que me imagino que estoy nadando en él y que las nubes son mis botes salvavidas. Me detengo y miro a mi alrededor, una rosa en particular llama mi atención porque es la más hermosa de todas las que hay en este jardín. Es rara, pero perfecta. Tiene varias tonalidades, como un arcoíris, y es muy grande también. Me acerco y pego mi nariz para llenar mis pulmones con su aroma. Huele diferente, más fuerte que las demás, y es tan hermosa que no puedo evitar arrancarla y colocarla sobre mi oreja para verme bonita...

—¿Qué te he dicho sobre tocar mis preciadas rosas, Ellie? —Esa voz irrumpe en mi felicidad trayendo consigo cielos nublados y horribles tronadas—. Nunca aprendes, pequeña sanguijuela hija de puta.

—A...abuela... —tartamudeo asustada, tratando de explicarle y le devuelvo la rosa. Pero ya no hay ningún color en ella, ningún olor, solo sangre goteando de sus pétalos. Y llena de terror, la tiro al suelo.

—¡Pero aprenderás! ¡Así me quiebre las malditas manos tratando de enseñártelo! —grita con tanto odio que todo a mi alrededor se vuelve negro y el fuerte viento amenaza con llevarme, pero su apretada mano en mi muñeca me impide moverme, salir corriendo para evitar lo inminente. Y llega de todos modos.

Extiende su otra mano hacia los tallos de las rosas, me tira al suelo con violencia y luego me golpea con tanta fuerza que siento cada espina, siento la sangre correr y un dolor indescriptible. A lo lejos, escucho a Nicolás gritándome, pero ya es muy tarde y no puede salvarme...

Me agito en mi sueño y me quejo tan fuerte que mis propios gritos me despiertan.

Mi cuerpo todavía duele, mi respiración es rápida y no puedo obtener el aire suficiente como para recomponerme y volver a estar funcional. Quito la sábana enrollada en mis piernas y cuando estoy libre me levanto tambaleándome y me dirijo hacia el baño. Lavo mi cara con agua fría y bebo un poco también. Me enfrento a mí misma frente al espejo.

Luzco horrible, ojerosa y exhausta. Pero nada que una costosa crema, base y maquillaje no arreglen mañana. Regreso al sofá y tomo mi teléfono para ver la hora. Son las ocho de la noche. Me salté la cena porque me quedé dormida cuando llegué a casa a las cinco y treinta del trabajo. No duermo mucho. Mi reloj interno está defectuoso desde hace tiempo.

Quebrado. Irreparable.

No quiero regresar a las cajas de píldoras de venta libre para poder dormir por más horas ni a los teses relajantes. Quiero que mi cuerpo se repare solo, pero el mío no logra avanzar ni ajustarse. Porque hay una pieza faltante que impide la rotación normal.

Conectado a ti (Dragon's Family Series #4) CorrigiendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora