CAPITULO 14

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A la luz de las nuevas revelaciones, Helaena se sentía feliz y conforme, más un poco diferente a lo que era antes. Su familia la miraba con otros ojos, o al menos eso percibía ella, no ojos maliciosos, ojos curiosos e intrigados.

Al fin tenía una explicación concreta sobre sus visiones y eso trajo un poco de alivio a su vida. Todo tenía una razón, ella no era una simple loca nacida en medio del seno de la corona.

Cuando Rhaenyra y toda su familia volvieron a la isla, casi un mes y medio después de los hechos, ella también los acompañó. El sueño de dragón era algo valyrio y ahora su interés por aquel lugar y todo lo que conllevaba se intensificó. Indagó días y días en las bibliotecas de Dragonstone, siempre con Jacaerys a su lado.

Estudió la historia de Daenys en su niñez pero nunca vio las similitudes con ella. Ahora, con la verdad en la cara y un poco más de madurez encontró los puntos de igualdad entre ella y su ancestro.

Al volver a King's Landing tuvo la suerte de que su padre estuviese ya parado y gozando de salud estable, pidió su consejo y algo de conocimiento.

Pasaron horas hablando en la paz de los jardines o en la inmensidad del salón del trono. El rey le describió a Aegon como soñador pero nunca le dijo qué soñó específicamente. También pensaron en los posibles lugares donde estaría perdido el libro "Señales y Portentos" y ambos llegaron a pensar que en realidad estaba escondido en alguna parte de Dragonstone.

Helaena se inspiró y comenzó a escribir cada uno de los sueños que recordaba hasta el momento. Pasó días escribiendo sin parar, no quería saltarse ningún detalle.

Al principio la acompañó Aegon pero no era muy bueno haciéndolo, su constante charla y preguntas la distraían y no podía concentrarse del todo. Cuando echó a su hermano mayor, Aemond apareció con libros de filosofía y literatura antigua, últimamente había estado muy interesado en esas asignaturas.

En ocasiones los astros se alineaban y los tres hermanos se encontraban en la mesa más grande de la biblioteca cada uno sumido en su propio mundo.

Solo le faltaban un par de sueños más, pero los esenciales ya estaban escritos a la perfección. Dejaría los más insignificantes para otro día.

Había sido una jornada atareada, entre la escritura, las clases con la septa y el corroborar el relevo de los guardias de su padre las horas se pasaron con rapidez.

Se encontraba en el patio de espadas dando los últimos detalles al sueño de Tyraxes, cuando el impulso de escribirle a Jacaerys la invadió. Sus hermanos practicaban con Criston, y cuando se acercaron a beber agua ella les preguntó:

—Le escribiré a nuestros sobrinos ¿Les envío sus saludos?

—No, ahórrate tinta—contestó Aemond a secas, o más bien, ladrando cuál perro.

Por otro lado Aegon asentó la cabeza vagamente y huyó de la interacción tensa entre Helaena y Aemond.

—No hay necesidad de ser grosero.

Helaena no era ciega, sabía de la falta de querer que su hermano sentía por sus sobrinos, principalmente por Lucerys.

La situación era clara para Helaena, Aemond detestaba a sus sobrinos, Aegon tomaba partido por Aemond, pero cuando no lo veía compartía momentos agradables con Jace y Luke, y ella quedaba en el medio de dos bandos.

Amaba a sus sobrinos tanto como amaba a sus hermanos, no podía tomar partido. Si, la mutilación fue gravísima y digna de un gran castigo, y por mucho tiempo estuvo enfadada con todos a la vez, pero no tenía ella porqué recibir malos tratos por parte de su hermano a raíz de su rivalidad.

Warrior, Mother and MaidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora