CAPÍTULO 52

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"Brilla como un diamante, brilla como un diamante, 

encuentro luz en el hermoso mar, elijo ser feliz, tú y yo, 

tú y yo, somo como diamantes en el cielo" 

Diamonds-Rihanna.


Las bodas se pospusieron por el duelo no sólo de la familia de una de las novias, sino también como respeto por parte de la corona.

Lamentablemente muchas familias invitadas ya estaban camino a la capital y otras tantas ya cruzaban los muros de la fortaleza al momento del anuncio. La familia Strong se ofreció a cubrir los gastos inesperados que los invitados de su parte pudiesen ocasionar. En cambio, Borros se negó, quería que la boda se llevara a cabo la fecha estipulada, pero bastó una palabra de los reyes para calmar su arrebato.

Hedvika se sentía mal al respecto, tenía cierta sensación de culpa por atrasar la boda de Cassandra y Daeron, y se sintió peor al ver que Aemond discutió con su hermano por eso.

—No se puede celebrar algo cuando las cortinas aún están negras, Vika, tendrán que aguantarse, un mes no es tanto— le dijo Aemond después de la pelea.


Por fortuna el mes se pasó relativamente rápido, los días en la corte se sentían extraños, había momentos donde la oscuridad del dolor se cernía sobre ella y no la dejaba pensar bien, y había otros donde la felicidad por la próxima boda le alegraba tanto el corazón que bailaba sola en su habitación. La dualidad de sus propios sentimientos se extendió también a los dichos de los cortesanos; así como a la mañana le daban las condolencias a la tarde la felicitaban por su compromiso.

Harwin tomó la costumbre de ir día por medio al lago y sentarse en el muelle, con los días ella se le sumó. Pasaban horas allí, a veces ni hablan de su padre, sino de un montón de otras cosas, como la boda, los invitados, Ludwigg, y sus planes de luna de miel.

—Supongo que el viaje será en dragón— Respondió a su comentario de visitar Dorne.

—Aemond quiere que me acostumbre a montarlo—Harwin escupió una risa tan sonora que estaba segura de que se escuchó hasta al otro lado del lago— ¡Al dragón, Harwin! ¡Quiere que me acostumbre a Vhagar!

—Si, si, si a Vhagar seguro— Harwin siguió riendo y por primera vez lo escuchó hacerlo con ganas.


Lyanna llegó junto a los invitados del norte no mucho después. Fue bueno porque Lyall era contenido por su esposa y además la presencia de su hijo le alegraba el corazón.


Las semanas pasaron así, entre condolencias y felicitaciones, entre abrazos con lágrimas y otros con sonrisas.

Se sintió enferma a la mitad, le dolía el cuerpo en general como si hubiese entrenado por horas, estaba exhausta, pero Gerardys le dijo que era por el estrés.

Si seguía sufriendo tanto de eso no duraría mucho casada.

Aemond fue un gran soporte, la invitaba a montar y se escapaban durante horas al bosque real. Joffrey se repartía durante la jornada, a la mañana acompañaba a su padre al entrenamiento y a la tarde se colaba en su habitación para opinar, como si fuese un experto, sobre la túnica de novia valyria.

Ese día no fue la excepción.

—Escuché a mi abuelo decir que la tristeza se te irá cuando veas lo bonito del festín de bodas—Joffrey estaba sentado al lado del espejo mientras a ella le tomaban nuevas medidas —, y mi madre dice que ella misma te peinará. Ella hace lindas trenzas, quedarás muy bella, tía.

Warrior, Mother and MaidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora