CAPÍTULO 46

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"Pregúntame por qué mi corazón está en mi garganta, 

nunca me he enamorado, he estado solo.

Siento como si hubiera estado viviendo la vida dormido"

This side of paradise- Coyote Theory. 


—¡Mi rey Strong!

La puerta sonó bajo los golpes duros de Arthur, pero ninguno de los dos ocupantes de la habitación le prestó atención.

—¡Harwin! —volvió a gritar.

Rhaenyra rogó a su esposo que no se detuviera, que no dejara que el llamado de su amigo interrumpiera el glorioso trabajo que estaba haciendo entre sus piernas.

—¡HARWIN STRONG, LEVÁNTATE PEREZOSO!

Harwin intensificó su trabajo y Rhaenyra no pudo escapar de la fantástica descarga de placer en todo su cuerpo, tampoco se preocupó en ahogar un gemido involuntario que trepó por su garganta, a esa altura ya no le importaba que Arthur la escuchara.

Arthur volvió a golpear, pero sin tanta prisa. Definitivamente los gemidos tuvieron un efecto vergonzoso en él.

Harwin suspiró cansado y a la vez extasiado, se movió hacia la puerta y la abrió con tal de que su amigo viese lo que interrumpió, no tuvo pudor en recibirlo, así como vino al mundo.

—¡Harwin, hombre, tápate dijimos que en frente de tu esposa no! — Rhaenyra ya estaba cubierta con una bata de seda para cuando Arthur entró a la habitación con el permiso de ambos. — Lamento haberlos interrumpido en su labor de traer otro principito al castillo, pero el rey y la Mano los solicitan en la cámara del consejo de inmediato. Es urgente, aparentemente.

—¿Mi padre dijo sobre qué va la reunión? —Harwin dejó de lado la desnudez y se dignó a ponerse los pantalones.

—Si, algo sobre reemplazar las camas de los dormitorios, principalmente este, tiene la sensación de que las maderas pronto se romperán ¿No se dan un descanso?

Rhaenyra estalló en carcajadas contagiando a los dos hombres, Arthur aún seguía desviando la mirada al techo, por respeto más que nada, no era que le interesasen los candelabros. Si bien había confianza entre el matrimonio y él, ella aún seguía siendo una princesa.

Cuando el hombre se fue, Rhaenyra y Harwin se dedicaron a alistarse en el menor tiempo posible. Mientras él le cepillaba el cabello y elegía a la vez una diadema y vestido, ella acordonaba los zapatos de ambos.


Al llegar por fin a la cámara, los reyes, la Mano, Oliver y, por desgracia Otto, los estaban esperando. Rhaenyra ardió en llamas cuando dos días antes vio el estandarte de los Hightower llegar. Era más fácil deshacerse de las ratas del castillo que de ese malnacido.

Contrario a lo que pensaron, ni los reyes ni la Mano los reprendieron por la tardanza, lo que fue bueno porque habían empezado demasiado bien el día como para llevarse un malgusto. Tomaron sus respectivos lugares y se encontraron con el detalle de una bandeja con tres pergaminos; Viserys les explicó a todos que allí había dos excelentes noticias.

Lo primero que pensó Rhaenyra fue que eran las respuestas de unos comerciantes famosos de Dorne que siempre en determinadas temporadas del año visitaban King's Landing con nuevas sedas y perlas, hacía tres temporadas que no se aparecían por la capital, y estaba ansiosa por recibirlos.

Warrior, Mother and MaidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora