CAPÍTULO 30

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Con el paso de los días, Aemond se dio cuenta de lo buenas que eran sus primas en el arte de la pelea. Baela tenía fuerza en los brazos lo que le permitía manejar una espada con suma destreza, la suya era fina, filosa y ligera. Por otro lado, Rhaena había desarrollado una particular habilidad con las dagas y cuchillos, cada vez que lanzaba uno le daba en el blanco o cerca de el. Ambas gemelas tenían de ferocidad lo mismo que delicadeza, eran de manera análoga flores venenosas.

Rhaena y Luke mostraron que armonizaban tan bien en la pelea como en el resto de los ámbitos que rodeaban sus vidas, ella con sus cuchillos y él con su ballesta podrían volverse una pareja imparable. Su sobrino le había agarrado cariño a esa arma desde que Harwin le dio una para su último onomástico.

En el patio de armas reinaba la tranquilidad, la mayoría de los invitados ya se habían ido, y solo quedaban aquellos que tenían familias en la corte tal como los Strong, Hightower o Claude y lady Jayne.

Aemond, sus primas y Luke practicaban en pareja siendo supervisados a los lejos por Daemon. Si era sincero con él mismo, diría que se sentía nervioso al estar bajo la mirada de su tío, lo admiraba a él y a sus destrezas de batalla, era el ídolo vivo que buscaba imitar.

Pasado cierto tiempo Aemond y Luke se quedaron solos debido a que las damas tenían lecciones de la Lengua de verano. Rhaena les había comentando que luego de la gira, su padre las llevaría allí y que era un requisito el aprender el idioma.

Tío y sobrino continuaron entrenando con cortas pausas de por medio. En uno de esos descansos fueron interrumpidos por un quinteto un tanto peculiar. Aegon llegó junto a Claude, Lyanna, Helaena y Hedvika.

Su hermano no dio tantas vueltas al explicar sus presencias. Resulta que Claude quería vivir la experiencia de volar en un dragón, a tal cosa se le sumó Lyanna y Hedvika, y Aegon no tuvo mejor idea que planear una salida; él llevaría a Claude, Helaena a Lyanna, solo faltaba quien llevara a Hedvika.

La mejor opción según él era Aemond.

—No—respondió seco al pedido de Aegon.

No entendía por qué se le ocurrió que podía llegar a decir que sí a su propuesta. Sabía a la perfección como era él.

—Por favor, mírale la cara.

—Es la misma cara, con los mismos ojos de cachorro de todos los días. No la llevaré, y es mi palabra final—Volteó hacia Hedvika y puso la mejor cara de disculpas—Lo lamento miladi.

Realmente lo hacía, sabía lo que era desear tocar el cielo con las manos, pero en ese aspecto era ligeramente egoísta.

—Está bien, mi príncipe, sus decisiones son suyas.

Aemond preguntó por qué no podía llevarla Helaena u otra persona, la respuesta de Aegon fue que ya se habían organizado así y que Lyanna se sentía más cómoda volando abrazada a la princesa que a cualquier otra persona desconocida para ella.

No quiso sonar grosero o borde con ellos, pero no daría el brazo a torcer al aceptar llevar a alguien en Vhagar. Y si bien lo hizo una vez, fue por causas que lo superaban a él y a sus reglas de monta.

—Eres malvado, hermanito, no te gusta ver a las damas sonreír —dijo con tono de broma en la voz, sin embargo algo pareció encenderse dentro suyo porque su expresión de disgusto se transformó en dicha—Vika no te preocupes, hoy volarás. Le diremos a Daeron, estoy seguro que estará feliz de tenerte entre sus piernas.

—¿Qué?— cuestionó Aemond por impulso.

—Claro, claro, de tenerla en la misma montura hablo ¿A qué pensabas que me refería?— Había algo particular en la voz de Aegon, como si fuera una mezcla de burla y sarcasmo a la vez.

Warrior, Mother and MaidenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora